Ramiroes un profesional jubilado que vive en la ciudad de Santiago de Cuba. Este último sábado me lo encontré en la Avenida de Sueño con una mini calculadora en manos sacando unas cuentas. Pensé, de momento, que era un teléfono y, cuando fui a advertirlo de un posible arrebato, fue que me vio, me reconoció y a seguida me comentó: “aquí, calculando los precios, a ver qué puedo comprar; ¡están tan caros los alimentos!. Todavía no tenía nada en el bolso y quería comprar unas yucas, fongo y ensaladas.
En la ciudad de Santiago de Cuba, cientos de profesionales, técnicos, trabajadores de servicios y obreros jubilados dedicaron su vida al estudio, a la investigación y a enfrentar la escasez de recursos en el desempeño de sus funciones, sin embargo, al retirarse, una parte considerable de ellos recibe una pensión que no supera los mil 700 pesos mensuales, dinero insuficiente incluso para cubrir su alimentación básica.
Cuando se habla de vulnerabilidad, gran parte de la sociedad cubana podría considerarse dentro de esa categoría, principalmente debido al endurecimiento del bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, la alta inflación de la moneda nacional y los precios inalcanzables para muchos. Pero no se trata aquí de toda la población ni siquiera de todos los jubilados, sino, en particular, de aquellos que se retiraron antes de la reforma salarial y reciben pensiones extremadamente bajas.
Aun así, Ramiro es de los que insisten, como muchos cubanos, en que el país saldrá adelante, pues, como asegura, “de peores momentos hemos salido”, y recuerda los años entre 1970 y 1978 que la situación fue muy difícil, así como la década de los 90 marcada por el llamado Período Especial, pero señala una diferencia crucial: “los productos normados por la libreta nunca fallaron”.
La Constitución y las leyes establecen claramente la responsabilidad de la familia en el cuidado de sus adultos mayores, pero, en la práctica, esto no siempre es suficiente. Ramiro, por ejemplo, tiene dos hijos: uno emigró y, al parecer, «no le ha ido bien”, y la hembra vive en otra provincia con su propia familia, «así que ya usted sabe», insinuó. Actualmente, vive con uno de sus cuatro nietos, quien estudia en la Universidad de Oriente y que, «por suerte, enfatiza, se gradúa este curso».
El gobierno reconoce las numerosas limitaciones estatales para garantizar lo mínimo necesario a la población y busca alternativas que, al parecer por ahora, no incluyen el aumento salarial ni el reajuste de las pensiones; mientras tanto, las ferias agropecuarias se presentan como una opción, al menos los sábados, para los santiagueros que, como Ramiro, intentan encontrar ofertas que alivien su necesidad de consumo, aun cuando los productos disponibles no siempre sean los más deseados ni los esenciales para una dieta equilibrada.