No todo está perdido

Ser jubilado es bastante similar a ser adicto a las redes sociales: si no te esfuerzas por salir y vivir la vida real, puedes terminar confundido, mal informado o con una perspectiva distorsionada del mundo, basada en las “realidades” de otros en lugar de la tuya propia.

Como jubilado, no te libras del ajetreo diario, y a veces, sin darte cuenta, estás inmerso en el mundo de las colas, incluso, debido a rumores infundados sobre la llegada de determinados productos que escasean.

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Como consumidor habitual de redes sociales, a menudo lees «noticias» que parecen objetivas sin prestar atención a su fuente, creándote una realidad virtual en la que todo parece perdido, perspectiva que, para contrarrestarla, requiere salir de ese entorno y buscar fuentes alternativas.

Para mi beneficio, este martes 9 de abril fue un día de «salvación»: fui a reservar un turno en el servicio de oftalmología de mi área de salud y lo logré, incluso pudiendo elegir entre dos fechas disponibles en abril. Durante el trayecto, me encontré con dos colegas jubilados a quienes no veía desde hacía tiempo y conversamos un rato; pude presenciar con mis propios ojos que la gente sigue adelante; que aunque algunos se muestran con cierta tristeza la mayoría lucha por la vida; también me conmoví al ver la insensibilidad de algunas personas en su relación con el entorno, por los precios abusivos de los productos y por las carencias en el transporte, entre otras imágenes que no dejan de producir cierto desaliento.

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De regreso, me senté en el parque de la rotonda de Avenida Manduley en Vista Alegre, un sitio amplio y con abundante vegetación que te da fresco y alivia el calor del medio día. Al instante, saqué mi teléfono y me conecté a internet cuando, desde unos 10 metros de distancia, un joven que estaba con otros compañeros vestidos con uniforme escolar, me advirtió: «Profe, tenga cuidado, podría aparecer alguien y tratar de arrebatarle el móvil».

Agradecí su advertencia y guardé el teléfono, ¿Y saben qué actitud tomaron los jóvenes?, me dijeron: «Profe, si tiene algo urgente que revisar, hágalo, nosotros estaremos atentos». Cuando los observé mejor, me di cuenta de que ellos, salvo dos, también estaban disfrutando de sus teléfonos, y sonreí.

Al indagar un poco, descubrí que los estudiantes eran del mismo barrio que yo, Rajayoga, y asistían al preuniversitario Cuqui Bosch, ubicado en las cercanías de Ferreiro, uno de los lugares más populares al este del casco histórico de la ciudad de Santiago de Cuba.

Después de reflexionar sobre el gesto amable de aquellos jóvenes hacia mí, reafirmé mi convicción de que no es cierto que «todo está perdido».

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No podemos olvidar que las épocas son diferentes, y que ellos, los jóvenes, «se parecen más a su tiempo que a sus padres».

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