Vilma Espín Guillois, heroína de la clandestinidad en Santiago de Cuba, narró en una carta dirigida a Lester Rodríguez que, envió “un uniforme verde olivo con el grado de coronel, una boina colocada sobre el pecho y una rosa blanca colocada encima de ella”. Con estos símbolos y atributos, el líder del Movimiento 26 de Julio en la región oriental de Cuba, Frank País García, emergió de la clandestinidad el 30 de julio y fue llevado en hombros por una multitud hasta el Cementerio Santa Ifigenia.
Y recordó Vilma, que “la ciudad entera quedó vacía y ningún establecimiento comercial abrió por la tarde, mientras más de veinte cuadras de personas se acumulaban en apretada masa” desde el parque de Cèspedes por toda la calle San Pedro.
La muerte de Frank País García representó una pérdida irreparable para los cubanos. Santiago de Cuba, en particular, vio partir a uno de sus hijos más queridos y leales, además, el Movimiento 26 de Julio se quedó sin su principal líder en la región oriental de Cuba.
Cuando el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se enteró de la muerte de Frank, expresó: «Monstruos, no saben la inteligencia que han matado…». Tiempo después, el General de Ejército Raúl Castro Ruz describió a Frank País García como “un auténtico dirigente político con la madurez de un luchador avezado, el fogueo de un veterano, la tenacidad de un hombre convencido y la valentía personal de un combatiente de primera línea”.
El compañero y amigo leal de Frank País García, Raúl Pujol Arencibia, también fue asesinado aquel 30 de julio de 1957. Una vez más, la historia nos convoca a rendir tributo a todos los mártires de la patria, en un escenario complejo donde el imperialismo yanqui sigue apostando al derrumbe de la revolución.
Al conmemorarse el Aniversario 67 del asesinato, por parte del ejército del dictador Fulgencio Batista, de estos dos valerosos hijos de Santiago de Cuba, se renueva el eterno agradecimiento a todos los héroes y mártires de la Patria.
