Según la Dra. en Ciencias Históricas Francisca López Civeira, la teoría de la «fruta madura» fue una definición temprana de la política de Estados Unidos hacia Cuba, que comenzó a manifestarse como un proyecto hacia el futuro en abril de 1823.

El entonces secretario de Estado estadounidense, John Quincy Adams, afirmó en un mensaje revelador a su embajador en Madrid que una vez Cuba se separara de España, gravitaría hacia la Unión Americana como una fruta que al caer del árbol no puede evitar caer al suelo. Esta aspiración se reflejó en la famosa Doctrina Monroe, la cual “sigue amenazando los destinos de nuestra América”, según lo afirmó este miércoles 24 de abril, en la XXIII cumbre del ALBA-TCP, el presidente cubano Miguel Díaz Canel Bermúdez.
A partir de la República, las aspiraciones de independencia y soberanía absoluta fueron frustradas por la Enmienda Platt y por la sumisión de los gobernantes, lo que generó una radicalización en el pensamiento de la mayoría de los cubanos. Como resultado, el 10 de marzo de 1952, Fulgencio Batista Zaldívar, con el respaldo de la embajada estadounidense en Cuba, dio un golpe de Estado con el objetivo de evitar que el movimiento popular liderado por Eduardo René Chibás, del Partido Ortodoxo, llegara al poder.
Fidel Castro Ruz se separó de la ortodoxia y organizó el Movimiento de la Juventud del Centenario. Después de un año, cuatro meses y dieciséis días, este movimiento llevó a cabo los ataques a los cuarteles de la dictadura Carlos Manuel de Céspedes en Bayamo y Guillermón Moncada en Santiago de Cuba; esta última era la segunda fortaleza militar del país.

El camino fue muy difícil para el movimiento al no lograr tomar los cuarteles: 52 jóvenes asaltantes fueron asesinados y 32 enjuiciados y encarcelados en el Presidio Modelo de la Isla de Pinos. A pesar de que solo un santiaguero, Renato Guitar, formaba parte de los asaltantes, el pueblo de Santiago de Cuba los acogió y les brindó protección, evitando una mayor masacre.
Luego vinieron los juicios, las condenas y la cárcel en la Isla de Pinos. Después de 20 meses, la amnistía fue lograda gracias a la presión popular, más que a la voluntad del tirano Batista. Ante algunas maniobras indignas por parte del gobierno, Fidel declaró: no estamos cansados, no queremos amnistía al precio de la deshonra, preferimos mil años de cárcel antes que sacrificar nuestro decoro; lo proclamamos serenamente, sin temor ni odio. La excarcelación se produjo el 15 de mayo de 1955.
La lucha se hizo muy difícil en Cuba y Fidel y sus compañeros no tuvieron otra opción que el exilio. Una vez en Méjico, juraron que en 1956 seremos libres o seremos mártires, refiriéndose a su regreso a la lucha armada desde las montañas de Oriente. Así fue como se produjo el desembarco del Granma el 2 de diciembre de 1956. La lucha fue desigual en cuanto a hombres y armamentos, favoreciendo a las fuerzas batistianas durante los dos años y veintinueve días que duró la guerra, sin embargo, los revolucionarios liderados por Fidel fueron superiores en coraje, entrega y sacrificio, y contaron con la colaboración de la mayoría de la población.
El triunfo de la Revolución Cubana el 1 de enero de 1959 frustró las esperanzas de Estados Unidos de que Batista u otro títere se mantuvieran en el poder, desafiando así el dominio hegemónico de la potencia del norte en el hemisferio occidental. En su discurso desde el balcón del ayuntamiento de Santiago de Cuba, frente al Parque Céspedes, Fidel expresó: Santiagueros, compatriotas de toda Cuba: al fin hemos llegado a Santiago; el camino ha sido duro y largo, pero hemos llegado.

Muy temprano, el 6 de abril de 1960, Lester D. Mallory, subsecretario de Estado para los Asuntos Interamericanos, convencido del apoyo de la mayoría de los cubanos a Fidel Castro, sugirió que para derrocar al gobierno revolucionario “el único medio posible es mediante el desencanto, la insatisfacción económica y las penurias, negando financiamiento y suministros, disminuyendo los salarios reales y monetarios, con el fin de sembrar el hambre y la desesperación”. Las aspiraciones de EE.UU de apoderarse de Cuba, siguen intactas.