El retorno de Viengsay

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Hoy, a 25 años de su debut en Giselle, el 14 de diciembre de 1997, volverá a encarnar a la aldeana-willi, en una Gala Especial por el aniversario de otro histórico debut en ese clásico del romanticismo, el de Alicia, donde tendrá como partenaire a Jacopo Tissi, bailarín estrella del prestigioso Ballet del Teatro Alla Scala de Milán

En 1994, llegó al Ballet Nacional de Cuba uno de esos jóvenes talentos a quien aguardaba un futuro luminoso y un destacado sitial en la historia del ballet cubano. Era Viengsay Valdés, una chica de exótico nombre y honroso pedigrí, pues venía graduada con Título de Oro y poseedora de altos galardones, obtenidos en eventos competitivos de alto fuste en Cuba e Italia.

A partir de entonces, su innato talento y sus promisorias facultades la enrumbaron hacia el alto vuelo al que estaba destinada. Un disciplinado quehacer, bajo la guía de la Alonso y los más prestigiosos maîtres y profesores de la compañía, la enfrentó a incesantes y crecientes retos. Tuve el privilegio de ser testigo cercano de esa forja, que incluyó tanto la remodelación de su físico, para acercarlo al ideal estético de la danza clásica, como una total entrega para domeñar los grandes retos estilísticos exigidos por el legado romántico-clásico del siglo XIX y las creaciones más audaces de la contemporaneidad.

De esa batalla emergió, desde 2001, una Primera Bailarina de acerada técnica y amplio diapasón estilístico, cuya solidez ha sido ampliamente reconocida en las numerosas giras que ha realizado como primera figura del Ballet Nacional de Cuba por los cinco continentes y durante sus actuaciones como estrella invitada de las más prestigiosas compañías de ballet del mundo.

Por disímiles razones, durante un largo periodo ella fue quedando como la estrella solitaria de su generación, pero no se volvió fatua ni egocéntrica, sino que contrariamente a lo que podía esperarse, compartió experiencias con las nuevas coestrellas, y muy especialmente con una pléyade de jóvenes partenaires a los que, con modestia y altura humana, no vaciló en colocar en la ruta de sus éxitos.

Quizá el hecho de ser la bailarina cubana con mayor presencia individual en galas y festivales en las cuatro esquinas del mundo, sin apartarse de su alma mater, el Ballet Nacional de Cuba, haya hecho el resto. Sin privilegios divulgativos, Viengsay Valdés ha logrado, solo a base de talento y trabajo, conquistar algo muy difícil: ser famosa y ser popular, que por cierto no son categorías idénticas.

Y habría que añadir, con supremo orgullo, que todo esto lo ha hecho subrayando su cubanía, su pertenencia a la tierra que la vio nacer, aunque su órbita ya sea totalmente cosmopolita. Enaltece comprobar que ella sabe, y así lo demuestra, que el arte no tiene patria, pero los artistas sí.

Por todas esas razones, su designación en 2019 como Subdirectora Artística y al siguiente año, tras el fallecimiento de Alicia, como Directora General del Ballet Nacional de Cuba, dio la certeza de que el futuro de una compañía declarada Patrimonio Cultural de la Nación quedaba en buenas manos.

Durante estos dos terribles años de pandemia Viengsay volvió a enfrentar nuevos retos, el de la maternidad y el de la recuperación física y mental como Primera Bailarina. Fue una labor que requirió de disciplina, rigor y entrega total, para recobrar las virtudes que le valieron el alto reconocimiento en la escena mundial.

Hoy, a 25 años de su debut en Giselle, el 14 de diciembre de 1997, volverá a encarnar a la aldeana-willi, en una Gala Especial por el aniversario de otro histórico debut en ese clásico del romanticismo, el de Alicia, donde tendrá como partenaire a Jacopo Tissi, bailarín estrella del prestigioso Ballet del Teatro Alla Scala de Milán.

Autor: Miguel Cabrera

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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