Santiago de Cuba, 30 nov.— Hoy 30 de noviembre las más jóvenes generaciones de cubanos podrían preguntarse: ¿Quién era Frank País?. La respuesta estaría en lo dicho por Fidel al conocer de su muerte: ¡Qué monstruos. No saben la inteligencia, el carácter y la integridad que han asesinado!
Cuando el 30 de julio de 1957 Frank País fue ultimado en el Callejón del Muro en Santiago de Cuba; todavía no había cumplido los 23 años de edad. Sin embargo, ¡que vida más hermosa y fructífera en tan corto tiempo!
Frank había nacido en Santiago de Cuba el 7 de diciembre de 1934 en el seno de una familia humilde y religiosa y basada en esos sentimientos de amor por el prójimo, desarrolló una niñez noble y honrada con el ejemplo de sus padres y por eso, escogió la más hermosa de las profesiones: maestro.
No obstante, Frank niño, adolescente y joven, fue capaz de sentir como suyo el dolor de los demás y le dolía en lo más profundo la opresión de la Patria y por ello, decidió, desde la más temprana edad, dedicar su vida al más honroso de los oficios: el de revolucionario.
Físicamente, Frank no era musculoso ni muy robusto, pero tampoco debilucho. Medía UNO coma SETENTA metros y era de una personalidad excepcional. Tenía una abierta y sincera vocación de dirigente, como si hubiera nacido para mandar. Y mandaba con moral espartana y noble espíritu de justicia.
El 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba decidió el curso de su vida y se integró a ese movimiento a mediados de 1955, donde llegó a ocupar el cargo de Jefe Nacional de Acción y Sabotajes.
Frank País se entrevistó con Fidel en Méjico antes de la partida del Yate Granma y allí acordaron las acciones a desarrollar para permitir el arribo de la nave a tierra cubana, incluidos el alzamiento armado de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956 y otros hechos colaterales. Ya en la Sierra Maestra, Fidel y los expedicionarios sobrevivientes, Frank dedicó sus mayores esfuerzos a apoyar el naciente Ejército Rebelde con el envío de hombres, armas, medicinas y avituallamientos necesarios para la vida en campaña.
En todo el país se hizo sentir la fuerza del Movimiento en las zonas urbanas que dirigía Frank País desde la clandestinidad y por eso, la dictadura le persiguió con saña hasta acorralarlo y asesinarlo la tarde del 30 de julio de 1957 en el Callejón del Muro.
Su muerte llenó de pánico a la dictadura pues el pueblo de Santiago de Cuba desbordó las calles de la ciudad durante su entierro desafiando todo tipo de represión. Cuba perdió así a uno de sus más valerosos hijos y, como expresara Fidel: el más valioso, el más útil y el más extraordinario combatiente de la Revolución. A su vez, el pueblo y la Patria ganaron el más excepcional de los ejemplos: Frank País García. Así se le recuerda siempre.