La cultura en toda la dimensión de su concepto es el patrimonio más auténtico e indestructible de toda nación, a partir del desarrollo económico y social, lo que en Cuba se sublima, además, por una obra erigida conscientemente por su pueblo, dueño absoluto de la producción material y espiritual.
No es nada ajeno a los cubanos, sino propio de un acontecer, que marcara un emprendimiento transformador en el pensamiento y el actuar de hombres y mujeres, desde hace más de seis décadas, cuando la Revolución asumió entre sus primeras tareas, la instrucción y la educación de toda la población.
Han transcurrido muchas etapas difíciles, no solo por dificultades económicas, heredadas de una sociedad empobrecida al momento del triunfo revolucionario, sino, porque el país se vio obligado a avanzar en medio de las miles de artimañas perpetradas por el gobierno norteamericano en sus distintas administraciones, desde campañas para sembrar descrédito y desconfianza, hasta amenazas, sabotajes, agresiones y viles asesinatos. A todo eso se sumó la caída del campo socialista con todas sus consecuencias; también desastres naturales y epidemias de efectos fatales a la vida de los seres humanos, como aconteció con el virus de la Covid, y otras muchas perversidades del imperio, dirigidas a sofocar cultivos de plantas y crianza de animales.
La cultura se mantuvo firme en su condición soberana y leal a Fidel y a la historia, al amparo de las ideas, ideas que nadie ha podido matar, a pesar de las difíciles circunstancias económicas actuales y de la batalla mediática, que ha hecho blanco en algunos escépticos, pesimistas y carentes de fe. A diferencia otros muchos han convertido la resistencia en creatividad y participan en propuestas y acciones ante los necesarios cambios, siempre desde los principios de la Revolución.
Los escritores y artistas, segmento esencial de la Cultura, están abocados a un nuevo congreso de su organización, donde se abrirá un amplio espacio de debate, en torno al necesario fortalecimiento de su objeto y de la elevación de la creatividad, acorde con los valores que identifican a la población cubana, al tiempo de armonizar las acciones, en concordancia con todos los propósitos de desarrollo de la nación.
Se trata de contribuir al avance de todos los procesos en que está inmerso el país, con basto espíritu creador y acorde al imperioso crecimiento económico y con las demandas ideológicas, estéticas y culturales del momento actual. Al decir de Fidel, “hay que trabajar, persuadir, luchar y perseverar. Jamás desalentarse”.
Los cubanos abrazados a su bandera, pletóricos de sentido de pertenencia y amor patrio, vencieron la difícil etapa del período especial y esta fase también será gloriosa, porque los artistas y escritores, en conjunto con el pueblo batallador, seguirán garantizando las conquistas de la Revolución, hija de la Cultura y de las ideas.
