El 28 de julio de 1921 nació, en el municipio de Cruces, Melba Hernández Rodríguez del Rey, una de las mujeres más significativas de la historia patria durante el siglo XX.
Tuvo una infancia marcada por las dificultades económicas, mas nunca le faltó la ternura familiar ni la guía de sus progenitores Manuel y Elena, quienes la convirtieron en un ser humano extraordinario, con sentimientos profundos de justicia y de amor por Cuba.
A finales de 1935, cuando tenía 14 años, emigró hacia La Habana junto a su familia, debido a la constante persecución, acoso y al encarcelamiento sufrido por su padre durante la dictadura de Gerardo Machado. Graduada a los 22 años de Derecho y Licenciada en Ciencias Sociales en la Universidad de La Habana, se sumó y participó activamente en la lucha contra la tiranía batistiana. Junto a su amiga y compañera de combate, Haydée Santamaría, fue de las primeras en nuclearse alrededor del movimiento comandado por Fidel, y las únicas dos mujeres participantes en el asalto al cuartel Moncada.
Tras ese suceso, fueron detenidas y sancionadas a prisión en la cárcel de Guanajay, de la cual salieron en libertad el 20 de febrero de 1954. Luego de la excarcelación, ellas y otras luchadoras dedicaron esfuerzos a recopilar y organizar las notas que Fidel lograba sacar de la prisión: el alegato de autodefensa posteriormente conocido como La historia me absolverá.
Como integrante de la dirección nacional del Movimiento 26 de Julio, estuvo involucrada en los preparativos de la expedición del Granma, y al regresar a Cuba se incorporó a las filas del Ejército Rebelde en el Tercer Frente Mario Muñoz Monroy.
Tras el triunfo de la Revolución ocupó varias responsabilidades en el desarrollo del movimiento de solidaridad y la política exterior de la Isla; entre ellas la presidencia del Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam del Sur, y después con Vietnam, Camboya y Laos.
Fundadora del Partido Comunista de Cuba, miembro del Comité Central desde su Tercer Congreso, y diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular hasta su deceso, recibió los títulos de Heroína de la República de Cuba, Heroína del Trabajo y de Doctora Honoris Causa del Instituto Superior de Relaciones Internacionales.
Rodeada de familiares, colegas de lucha y amigos, falleció en La Habana el 9 de marzo de 2014. Sus cenizas se encuentran en el cementerio Santa Ifigenia, de Santiago de Cuba, en el Mausoleo de los Mártires de la Revolución.
Autor: Julio Martínez Molina
