El “imperio” de la cultura ambientalista

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En pleno siglo XXI, aunque ya no funcionan allí los Molinos del Rey, “reina” una cultura ambientalista a la que debemos aferrarnos, como las raíces de los árboles centenarios “abrazan” los suelos de este bosquecito feliz en medio del asfalto.
La Habana, 3 abr.— Sus orígenes se remontan a los albores del siglo XIX, cuando en época de la dominación española quedó emplazado allí un complejo productivo que el pueblo llamaría Molinos del Rey.

De entonces a acá, ha sido escenario de importantes acontecimientos para el devenir de la ciudad y el desarrollo de la botánica en la isla. De hecho, en virtud de sus innegables valores históricos y científicos, en 1981 la Quinta de los Molinos fue declarada Monumento Nacional.

Sin embargo, más que por su belleza natural y su condición de discreto pulmón verde en el corazón de la urbe, hoy este espacio ecológico destaca por la excelencia de su quehacer sociocultural.

Todo comenzó en 2006, cuando la Oficina del Historiador de la Ciudad inició un proceso de rehabilitación integral que se dilataría en el tiempo por su complejidad, ya que no solo abarcó la restauración del patrimonio edificado, sino también contempló salvar e incrementar el arbolado que históricamente nutrió esos terrenos, desde que en 1839 fuera trasladado hasta allá el primer Jardín Botánico de La Habana.

De tal suerte, pudieron recuperarse cientos de ejemplares, de ellos 16 endémicos, de ahí que en la actualidad la cobertura vegetal en las casi cinco hectáreas de la Quinta alcanza más de 800 árboles de 160 especies.

Pero la concepción del espacio que renacía no se circunscribió a devolverle su antiguo esplendor. Prueba de ello son atractivos proyectos como el Mariposario —primero de su tipo en Cuba—, la cría y reproducción de polymitas —colectadas en el Parque Nacional Alejandro de Humboldt—, así como la puesta en marcha de unos viveros de alta tecnología.

Lagos, estatuas, aves y fuentes engalanan este remanso a la vera de una arteria tan concurrida como es la avenida Carlos III. De gran interés para los más pequeños resulta el Mariposario, que permite observar las distintas fases del ciclo de vida de estos insectos, desde que depositan sus huevos en las llamadas plantas hospederas, hasta poder contemplar cómo la mariposa adulta se alimenta del néctar que producen las flores sembradas al efecto.

Entre los disímiles programas que llevan adelante los especialistas de la institución, sobresalen los talleres de educación medioambiental para niños y adolescentes de la comunidad, el que tiene como protagonistas a los adultos mayores —ayudándolos a mejorar su calidad de vida—, y el dirigido a personas con necesidades educativas especiales, que cuenta con el asesoramiento de los ministerios de Educación y Salud Pública.

Mención aparte merece el trabajo exquisito en jóvenes con síndrome de Down, quienes reciben clases de jardinería, dibujo, psicoballet, música, zooterapia, computación y otras materias que coadyuvan, en la medida de lo posible, a que adquieran conocimientos y habilidades, ganen en independencia y responsabilidad, al tiempo que mejoran su inclusión social.

Asimismo, y allende sus fronteras naturales, como parte de la misión de la Quinta de los Molinos está el brindar atención veterinaria y alimento a las aves autóctonas y palomas en el entorno de las plazas del centro histórico de la ciudad, a los animales que habitan en los museos e instituciones culturales y asumir el mantenimiento de las áreas verdes y los jardines de esa zona privilegiada para el turismo nacional e internacional.

También allí se gestan las campañas de esterilización y desparasitación masivas de mascotas y se organizan frecuentemente festivales dedicados al bonsái y las orquídeas —con muestras expositivas y conferencias de expertos—, eventos que gozan de gran popularidad entre los habaneros.

Uno de los más recientes atractivos ha sido la inauguración, este 24 de febrero, de nuevas salas museales en la que fuera, desde 1835, Casa de Recreo de los Capitanes Generales y, al cese de la dominación española, acogiera entre los meses de febrero y mayo de 1899 a Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador, como morada y Cuartel General.

Cuentan que la estancia del caudillo tras aquellas verjas fue bastante convulsa, tanto para él y su familia como para la escolta, pues además de los graves conflictos políticos que debió afrontar con estoicismo, durante semanas miles de admiradores de todo el país se congregaron a las afueras de la Quinta con el único propósito saludarlo y estrechar su mano.

Con una museografía atrayente, se agradece el tributo al prócer de nuestras gestas independentistas, mientras crece un público interesado por este lugar y la vida cultural que genera, como testimonian en los últimos meses presentaciones de libros, exposiciones y conferencias de algunos destacados historiadores, que no han podido tener carácter masivo como consecuencia de la pandemia.

Lugar de sano esparcimiento para citadinos y forasteros, las visitas guiadas son muy convenientes para aquellos que apuestan por algo más que sol y playa.

Y acaso lo más admirable es comprobar que, a pesar del ir y venir de tanta gente, se mantiene la limpieza, el verdor y la distinción en cualquier etapa del año. Seguramente porque la Quinta ha sido abanderada de la educación medioambiental, sobre todo de la vecindad, como una forma de fomentar la disciplina y la conciencia de cuidar lo que tanto esfuerzo y recursos demandó.

En pleno siglo XXI, aunque ya no funcionan allí los Molinos del Rey, “reina” una cultura ambientalista a la que debemos aferrarnos, como las raíces de los árboles centenarios “abrazan” los suelos de este bosquecito feliz en medio del asfalto.

(Tomado de Prisma)

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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