Santiago de Cuba, 19 ago.— Poesía ahora vete a las estrellas y no traiciones, tu afán de encontrar algo con que seguir nuestra vigilia, dijera el bardo de palabras duras y de sensibilidad distinguida, que hoy camina junto a ellas rumbo a la inmortalidad.
Marino Wilson Jay, nació en Guantánamo, pero insistía del inicio en Santiago con esa angustia nombrada poesía, dialogaba tan bien con el papel que en la historia de la literatura cubana se le reconoce sobre todo por retomar el tema de la negritud , al revalidar la historia y la cultura de la raza negra por sobre los valores occidentales.
Mucho se multiplicó, como crítico, ensayista y asesor en Tele Turquino. En el canal se extrañará su sapiencia, carisma, propias para algunos, de un Shakespeare de ébano que conoció y aconsejó sobre la importancia de la abnegación y el valor de la palabra, que derrochó en su oratoria y en su obra la inteligencia de quien vive para mover el pensamiento de quien le escucha.
Los premios 30 de junio, el primer premio 30 Aniversario del Asalto al Moncada, el José María Heredia de poesía, y de ensayo, y otros tantos nacionales y extranjeros convocan al homenaje del artista, sus años dedicados a servir, a poner amor en dosis desmedidas en sus empeños, nos devuelven a su impronta , esa que ni la muerte hará que se olvide.