Turbias aguas electorales en EE.UU.

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La Habana, 17 oct.— El presidente de Estados Unidos, el republicano Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, continuaron esta semana sus actividades de campaña con vistas a los comicios del venidero 3 de noviembre, en los cuales volverán a remarcarse las contradicciones del sistema electoral estadounidense.

Ambos candidatos visitaron en los últimos días estados considerados clave de cara a la cita en las urnas, entre ellos Florida, que una vez más se erige como el territorio a ganar para garantizar el éxito en la contienda, sobre todo en el caso de Trump.

Mientras los nombres de esos contrincantes son habituales en los titulares de medios de prensa, otros como los de Jo Jorgensen y Howie Hawkins resultan desconocidos para una buena parte del electorado.

Sin embargo, al igual que Trump y Biden, esas figuras son aspirantes a la presidencia por los partidos Libertario y Verde, respectivamente, si bien las posibilidades de victoria de cualquiera de los dos —y de otros postulantes de menor peso— parecen prácticamente nulas ante la poderosa maquinaria propagandística y monetaria que mueve a las dos principales fuerzas políticas.

Por eso, serán el republicano y el demócrata quienes obtendrán casi todos los 538 votos que se repartirán en los comicios norteamericanos (el ganador necesita acumular 270), como parte de un proceso en el que, a veces, quien recibe la mayor cantidad de boletas no necesariamente resulta vencedor.

Así sucedió en 2016, cuando Trump alcanzó unos tres millones de votos populares menos que la entonces candidata demócrata, Hillary Clinton, pero pudo convertirse en presidente gracias al cuestionado sistema del Colegio Electoral.

Tales características de las elecciones estadounidenses llevan a que el actual mandatario y su rival de la fuerza azul apunten con precisión quirúrgica y sumas millonarias, no a los 50 estados de la nación, sino a un grupo de territorios que pueden ser decisivos.

Además, esas particularidades inciden en la baja participación que suelen generar los sufragios, como lo demuestra, por ejemplo, el hecho de que solo el 55 por ciento de los ciudadanos en capacidad de votar lo hicieron en 2016.

Según el sitio digital Vox, eso tiene que ver con factores como que muchos votantes no acuden a las urnas por no identificarse con ninguno de los dos partidos principales o porque viven en zonas donde su voto no llega a tener un peso real.

En esas aguas se mueven Trump y Biden, cuando este último se mantiene al frente en las encuestas a nivel nacional, y en momentos en los que el Senado del país, de mayoría republicana, busca confirmar a la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema.

Los miembros de la formación roja aspiran a que la confirmación de Barrett, quien fue nominada por Trump, le dé un impulso a la campaña del gobernante a pocos días de las elecciones, aunque dado el estado actual de la contienda, parece que necesitará un empuje mucho mayor para lograr un segundo mandato. (Por Martha Andrés Román)

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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