El 20 de mayo de 1902, hace 123 años, con bombos, platillos y voladores al aire, se proclamó la independencia de Cuba convirtiéndose la pequeña isla antillana en una República más del concierto de naciones latinoamericanas, la última en alcanzar ese estatus.
Pudiera haber sido ese un acontecimiento verdaderamente glorioso, de no haber sido porque la independencia vino de la mano de Estados Unidos, que tres años atrás, había intervenido con su poderío y sus tropas en el conflicto de los cubanos contra España, cuando esta se encontraba ya virtualmente derrotada por nuestro Ejército Libertador.
La República que se proclamaba el 20 de mayo, más que un país libre y soberano como debió ser, fue una República dependiente y semi-colonial, vergüenza y frustración para un pueblo que durante más de 30 años luchó por su independencia, al costo de decena de miles de vidas de sus hijos.
Con la República que nació eses día humillada por las tropas intervencionistas yanquis, se fueron los sueños de Carlos Manuel de Céspedes, Antonio Maceo y José Martí, quienes aspiraron entregarle a los cubanos un patria con todos y para el bien de todos, y no una caricatura de nación bajo la tutela del poderoso vecino del norte, donde el que mandaba era el embajador norteamericano y no el Presidente.
Durante los tres años de intervención militar yanqui en Cuba, Estados Unidos se encargó de moldear con sus propias manos lo que sería la futura República a la cual el imperio le concedería la independencia, con la Enmienda Platt, la base de Guantánamo, la economía en poder de los monopolios, un aparato administrativo copia exacta del norteamericano, y un sistema electoral al estilo del estadounidense. ¿Qué más querían los cubanos si nunca tuvieron nada?.
Lo peor de todo es que se hizo creer al pueblo que esa era la República que nos convenía, pero la historia demostró lo contrario porque las luchas continuaron de una u otra forma hasta aquel glorioso primero de enero de 1959, cuando triunfó la revolución, la misma que había comenzado Céspedes en La Damajagua en 1868, continuó José Martí en 1895 y recomenzó Fidel el 26 de Julio de 1953 en el Moncada.
Ese primero de enero nació la verdadera Cuba soberana e independiente. Ese día pudimos por primera vez los cubanos gritar jubilosos a todo pecho ¡Viva Cuba libre!, un grito cuyo eco se repite desde entonces todos los días.