Mucho tuvo que ver Santiago de Cuba con el levantamiento armado del 5 de Septiembre en la ciudad de Cienfuegos, tal como lo corroboran no pocos documentos, testimonios y el propio inolvidable Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien dijo que la idea surgió un año antes, o sea, en 1956, a partir del 30 de noviembre y la sublevación santiaguera en apoyo al desembarco de los 82 expedicionarios del yate Granma.
Cuba no fue la misma tras el golpe de Estado de Batista el 10 de marzo de 1952. La década convulsa iba a terminar muy mal para el régimen entreguista. El motor chiquito que impulsó al grande fue el 26 de Julio de 1953, vendría el juicio, el alegato de Fidel La Historia Me Absolverá, la prisión en Isla de Pinos, la amnistía en el 1955, luego México y la promesa: “en el 56 seremos libres o mártires”, ahí fue cuando el movimiento revolucionario M-26-7 considera el liderazgo clandestino del santiaguero Frank País García para el alzamiento del 30 de Noviembre, la primera vez que se vistiera de verde olivo en el llano.
Sobre la idea del levantamiento armado en Cienfuegos fijado para el 5 de Septiembre de 1957, quedó constancia en 1977, en el discurso de Fidel por los veinte años de la gesta que sacudiría el centro de Cuba, al menos por veinticuatro horas.
“El origen de la sublevación de Cienfuegos databa de muy atrás. Ya desde el año de 1956, un grupo de marinos, soldados y cabos de la Base de Cienfuegos había entrado en contacto con el Movimiento 26 de Julio. Y el 30 de noviembre, cuando se aproximaba el desembarco del yate Granma y cuando tuvo lugar el alzamiento de Santiago, existía desde entonces la idea de producir el alzamiento de Cienfuegos. Pero no fue posible en esa ocasión.”

Fidel significó que en plena Sierra Maestra, “persistió la idea de producir un levantamiento en Cienfuegos con el apoyo del grupo de marinos revolucionarios, para organizar después un frente en las montañas del Escambray. Es decir, tomar las armas de Cayo Loco y avanzar hacia el Escambray para constituir un segundo frente guerrillero”.
¿Por qué Fidel insiste en la idea muy riesgosa?, Primero, por las señales de fragmentación interna de la Marina de Guerra batistiana; la posición geográfica posibilitaría abrir un nuevo frente de lucha en El Escambray; hasta el propio René Camacho se da cuenta que sólo se combatía en la ciudad de Cienfuegos y el objetivo era multiplicar los focos de lucha e ir hacia El Escambray.
Conste que el propio régimen batistiano sería sorprendido con esta sedición del ejército, y lógico, permitiría a Fidel avanzar desde la Sierra Maestra en la ofensiva hacia el Occidente.
Téngase en cuenta que en estos primeros años se está conformando un sistema nacional de resistencia contra el régimen de Batista, está en plena formación el ejército rebelde y su decisivo cuerpo armado en la clandestinidad tiene a Frank País en liderazgo creciente.
Incluso, la incomunicación que hubo que impidió hacer llegar la hora exacta del levantamiento, puede considerarse como la falta de madurez que -poco a poco- se forjó en la contienda bélica. No olvidemos que vendrían después de los hechos de Cienfuegos, el llamado a la Huelga General del 9 de abril de 1958, por cierto, también fracasó, aunque Santiago de Cuba logró ciertas acciones contundentes como la colocación y transmisión de la placa con la grabación para el llamado a la desobediencia pública, gracias a la osadía de los miembros de la cédula del 26-M-7 en CMKC. La otra versión, estuvo en otro disco que fluiría por la capital.
Y todo esto condujo a la convocatoria de una reunión urgente encabezada por el Che en plena sierra, en el lugar conocido como Pata de la Mesa, para dejar claro a todos los focos de resistencia que el mando único estaría en Fidel, de ahí sale llamado “Comandante en Jefe”.
En 1959, la Caravana de la Libertad entró en Cienfuegos, Fidel habló a la multitud reunida en el Parque José Martí donde rindió tributo a los héroes del 5 de Septiembre de 1957, una fecha clave en nuestra historia por la Liberación Nacional. El propio Comandante en Jefe siempre hizo una parada especial por quienes se alzaron a todo riesgo. Al cumplirse los primeros veinte años de aquella gesta, Fidel dejó claro:
“Pienso que algún día habrá que hacer algo mejor, algún día en esta ciudad habrá que erigir un monumento al pueblo, a los combatientes revolucionarios y a los marinos caídos. Es cierto que a la Revolución le faltan muchos monumentos —ya lo hemos dicho otras veces—: hace falta en Santiago de Cuba, hacen falta en muchos lugares. Pero en estos años arduos de consolidación de la Revolución, de trabajo diario, poco tiempo hemos tenido en realidad para dedicar la atención que merecen esos hechos y para perpetuar el recuerdo de aquellos que cayeron, de aquellos que se sacrificaron y que jamás deberán borrarse del corazón y del pensamiento de las futuras generaciones.”