Los promotores del mercado informal dejaron “locos” a los diagnósticos academicistas y cuantas teorías de la mercadotecnia sustente procedimientos, etapas, técnicas o herramientas, incluso, se quedó en ”pañales” el marketing digital, y todo, por la fiebre por vender, no importa qué, pero tiremos la casa por la ventana, porque ”todo vale”.
Ya no es una cuadra, son calles, avenidas, asentamientos poblacionales, ilegales o no, hasta las más fastuosas de las casas convertidas en ventorrillos, una especie de fiebre que acaba con todo, una ventana como mostrador, un parqueo en improvisada tienda, la cerca perimetral de cualquier vivienda con las más insospechadas tendederas de ropas.
Están quienes desafían cualquier advertencia sismológica y multiplican las edificaciones hacia arriba con sólo dos metros de ancho disponibles y cuatro de profundidad, y allá verás cómo repunta el emporio con un identificativo que simula ser un nombre, y lo más importante, se necesitan 50 metros de cordel lumínico con leds de todos los colores.
Del trato a los clientes, ni hablar.
Desde malas palabras, frases grotescas, gestos violentos, mucha vulgaridad y cuidado si no compras o cuestionas a lo que está en venta, ya sea por el precio alto y la ausencia de la calidad.
El mercado informal no cree en inspectores, como no pocos inspectores le asustan el entorno donde lucrar, corroer y tirarse resuelto hacia el pantano lleno de obscenidades y el chantaje.
Aquí no preguntes por precios, todo es alto, como tampoco cuestiones autenticidad, porque el 99 por ciento está bautizado y no por el santo padre.
Los dueños del mercado informal constituyen una red no sólo para avisarse de inmediato sobre la presencia de algún inspector o jefe que no cree en trampas, también el enlace metropolitano busca uniformidad de precios, alterarlos rápido e imponerse con fuerza ante el oficialismo, caracterizado por muy tolerante en los últimos años.
Acérquese a las piqueras informales de motos y camiones, todos se conocen y se actualizan por WhatsApp o un simple SMS y hasta deciden como mover el dinero y hacia dónde colocarlo.
No busques una bolsa de valores regular, ni una sede convencional, cuidado con la velocidad del desplazamiento hacia otros entornos fastuosos desde el punto de vista financiero, sin importar fin de semana o mal tiempo.
En muchos casos, puertas y ventanas cerradas connotan mucha actividad y adiós sentimientos, en la cloaca todo vale, hasta una mala pisada puede ser catastrófica dentro del mercado informal.