En Cuba, la unidad nacional siempre ha determinado el éxito en todas las hornadas de la obra revolucionaria, de ahí que constituye un principio cardinal para lograr avanzar en todos los programas y proyectos en las diferentes esferas de la sociedad. La Ley de Comunicación Social, que próximamente será aprobada, se corresponde plenamente con tales propósitos.
Como ya es conocido la Ley enfoca su contenido, esencialmente, a tres ámbitos de la comunicación: institucional, comunitario y mediático. Si bien los tres tienen un significado vital en la consecución del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, aprobado en el 8vo Congreso del Partido Comunista de Cuba, lo relacionado con el desempeño e influjo de los medios es, especialmente cardinal en la producción y socialización de contenidos para el consenso y la participación consciente del pueblo en los procesos.
En la comunicación mediática estarán involucradas las instituciones de la prensa impresa y digital, las agencias de prensa, la radio y la televisión con un encargo profesional superior, por lo que tocará a los periodistas crecerse, sobre todo en materia de investigación, creatividad y agudeza en los trabajos que se realicen, en razón de viabilizar con transparencia la gestión gubernamental y el ejercicio de la democracia socialista, afianzar valores y la identidad del país, tal y como se acentúa en la referida legislación.
Por consiguiente, será preciso ganar en inmediatez, pero con las premisas de la objetividad, el correcto enfoque, el respeto al oficio y la intención acompasada a los principios de la sociedad que construimos, de ahí la elaboración de contenidos correspondientes a los intereses y prioridades de la nación y necesidades comunicativas de las audiencias.
El alcance de la Ley va mucho más allá de lo que hasta ahora se ha venido haciendo, en tanto que la comunicación social potencia las relaciones humanas y sociales, facilita el diálogo, el debate, la información, el intercambio de datos, ideas, mensajes entre personas y grupos, entre personas y entidades y entre estas y la sociedad.
No se trata de una legislación más, sino de un proceder insoslayable para la comprensión más justa de la realidad que vivimos y de la prosperidad que queremos alcanzar. Y es que persigue contribuir aún más a la solidez de la obra, en correspondencia con las urgencias comunicativas para entre todos fortalecer nuestra sociedad democrática, justa, inclusiva, equitativa, participativa y solidaria, en correspondencia con el Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista. Es un desafío que las instituciones mediáticas y sus actores protagónicos asumirán con responsabilidad y lealtad a la obra.
