Se apagó hace seis años la vida de un hombre que parecía forjado en el mismo acero de la leyenda.
El 29 de diciembre de 2019, a la edad de 79 años, falleció el General de Brigada Harry Villegas Tamayo, «Pombo», un nombre que resuena con fuerza en la historia revolucionaria de América Latina, no por un título, sino por una vida de coherencia y lucha.Su historia es la de un compromiso precoz.
En 1954, con solo 14 años, Harry ya no era un espectador. En su natal Yara, en la oriental provincia de Granma, comenzó a apoyar las acciones del Partido Ortodoxo, desafiando con sabotajes la opresión de la dictadura batistiana.
Cuando Fidel Castro fundó el Movimiento 26 de Julio en 1955, Villegas, como una generación entera de jóvenes ansiosos de justicia, no dudó. Se integró a una célula clandestina, iniciando un camino sin retorno.
Pero sería en la Sierra Maestra donde se templaría definitivamente su carácter. Incorporado a la guerrilla en 1958, en plena ofensiva gubernamental, fue enviado a la Columna 1, dirigida personalmente por Fidel.
Los combates del Jigüe, Las Mercedes y San Lorenzo fueron su bautismo de fuego, forjando al soldado disciplinado y valiente que pronto llamaría la atención de otro líder fundamental.
Su destino cambió cuando se formó la Columna 8 «Ciro Redondo», al mando del Comandante Ernesto Che Guevara. Asignado a ella, Villegas —a quien el Che comenzó a llamar cariñosamente «Pombo»— se convirtió rápidamente en uno de sus hombres de máxima confianza.
No era solo lealtad, era eficacia, serenidad bajo el fuego y una férrea disciplina revolucionaria.Esa confianza lo llevó a seguir al Che más allá de Cuba. En 1965, fue uno de los guerrilleros internacionalistas que combatió junto a él en la compleja campaña de la República Democrática del Congo.
Y luego, en 1966, integró el núcleo inicial de la guerrilla boliviana. En la selva de Ñancahuazú, «Pombo» fue uno de los tres cubanos —junto a «Dariel» (Benigno) y «Urbano»— que lograron sobrevivir y romper el cerco tras la caída del Che en octubre de 1967.
Su testimonio se volvería crucial para preservar la memoria y las enseñanzas de aquella épica trágica.Tras su retorno a Cuba, su vida continuó al servicio de la Revolución.
Ascendido al grado de General de Brigada de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), nunca se acomodó en los despachos. Fue Vicepresidente y Secretario Ejecutivo de la Dirección Nacional de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, dedicando sus esfuerzos a mantener viva la memoria histórica y el bienestar de sus compañeros de lucha.
El Estado cubano reconoció su trayectoria excepcional otorgándole la más alta distinción: el título de Héroe de la República de Cuba. Pero más allá de las condecoraciones, el legado de «Pombo» es el del combatiente íntegro, el internacionalista consecuente, el hombre común capaz de actos extraordinarios por una convicción.
Harry Villegas Tamayo no fue solo un soldado; fue un testigo y protagonista de un siglo convulso. Caminó junto a gigantes, sobrevivió a episodios que marcan a fuego y dedicó cada día de su vida a los ideales de justicia por los que alguna vez, siendo casi un niño, decidió luchar.
Hoy a seis años de su partida física, nos deja la responsabilidad de recordar no al héroe distante, sino al hombre de carne y hueso cuya coherencia se convirtió, por sí misma, en un monumento a la lealtad y la perseverancia revolucionaria.