sábado 17 mayo 2025

El Castillo de San Pedro de la Roca, vigía eterno de Santiago de Cuba

Encaramado sobre un acantilado que desafía el tiempo y el mar Caribe, el Castillo de San Pedro de la Roca (conocido también como El Morro) no es solo un monumento de piedra, sino un testigo mudo de guerras, piratas, heroísmo y resistencia. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997, esta fortaleza colonial es un símbolo de la arquitectura militar renacentista y un espejo de la historia de Cuba. 

Su construcción, iniciada en 1638 bajo la visión del ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli, respondió a la necesidad de proteger Santiago de Cuba, entonces codiciada por corsarios y potencias rivales en el Caribe. Con terrazas escalonadas, rampas y baluartes adaptados al relieve agreste, la fortaleza fusionó el ingenio italiano con la tenacidad española. Su diseño, pensado para dominar la bahía desde 70 metros de altura, la convirtió en un bastión casi inexpugnable. Sin embargo, su historia constructiva se extendió hasta el siglo XIX, revelando las cicatrices de terremotos, ataques y abandonos.

Foto 2 Morro

Aunque ideado para repeler invasores, El Morro terminó albergando a quienes lucharon por la libertad de Cuba. Durante la Guerra de Independencia, sus muros se convirtieron en cárcel para figuras como Bartolomé Masó, Flor Crombet y Emilio Bacardí, cuyos nombres hoy resuenan en la memoria nacional. Incluso mujeres como Dominga Moncada, pionera en la lucha independentista, vivieron entre sus celdas. Este giro histórico (de escudo a prisión) refleja las paradojas de un colonialismo en decadencia.

El 3 de julio de 1898, desde sus murallas se atestiguó el epílogo del dominio español en América: la Batalla Naval de Santiago, donde la flota estadounidense hundió a los barcos del almirante Cervera. Este hecho no solo marcó el fin de la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana, sino también el inicio de una nueva era geopolítica. Tras la contienda, el Castillo cayó en manos estadounidenses y luego en el olvido, hasta que en 1962, bajo la dirección del Dr. Francisco Prat Puig, renació como un faro de patrimonio restaurado.

Hoy, el Castillo del Morro es un museo que entrelaza siglos de historias. Sus cinco salas exhiben desde espadas y cañones hasta documentos que narran la piratería, motivo original de su construcción. La capilla, con un Cristo tallado en el siglo XVII, y la sala dedicada a la Batalla Naval, atraen a visitantes que buscan conectarse con el pasado. Aunque antes se le llamó «Museo de la Piratería», su renombre actual refleja una narrativa más amplia, donde lo militar, lo social y lo cultural se entrelazan.

Foto 3 Morro

El Morro no es solo una reliquia arquitectónica; es un símbolo de resiliencia. Su inclusión en la lista de la UNESCO reconoce no solo su valor artístico (con esa adaptación magistral al paisaje), sino su autenticidad como testimonio de épocas convulsas. Cada rampa, cada celda, cada cañón oxidado cuenta una historia de ambiciones coloniales, sueños libertarios y esfuerzos por preservar la identidad. 

En un mundo donde el pasado suele diluirse, el Castillo de San Pedro de la Roca se erige como un recordatorio de que las piedras, cuando guardan memorias, son también custodios de la libertad. Visitar sus murallas no es solo un viaje al siglo XVII, sino un diálogo con las voces que forjaron a Cuba.

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Los juristas son, en principio, servidores públicos imprescindibles.
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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