La fuerza de la verdad, devenida sentencia de muerte al oprobio, la miseria y la degradación humana, trazó el rumbo de la historia en el archipiélago cubano, en una jornada de extraordinaria escalada, hace 71 años.
Con el fuego encendido de palabras acusatorias en defensa de quienes habían enfrentado el mal de una población sojuzgada por un gobierno tiránico y sangriento, el líder naciente de la revolución cubana, Fidel Castro Ruz, a partir de su autodefensa, develaba en su alegato, lo que testificó el heroísmo como La Historia me Absolverá.
En aquel juicio ante jueces, magistrados, fiscales y todo un tribunal presto a dictar severas sentencias por los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, se alzó la voz del joven abogado Fidel Castro Ruz con una portentosa denuncia de todos los males presentes en la isla y el programa concebido para los imprescindibles cambios sociales.
Con una maestría de defensa impecable, Fidel destacó seis problemas acuciantes referidos a la explotación de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo, la educación y la salud.
En aquella autodefensa del Licenciado en Derecho Civil y líder de las acciones de asaltos, se abordaron los desmanes referentes a las injusticias y abusos a los campesinos, quienes eran víctimas de desalojos y desprovistos de sus tierras por compañías extranjeras, los índices elevados de analfabetismo de la población, afectada, además, por el abandono notorio de la salud; la existencia de un millón de desempleados y numerosos infortunios de una sociedad sustentada por una economía en poder de explotadores.
En aquel documento crucial de la historia de la nación, se resume la lamentable realidad cubana de aquellos momentos y se señalan las medidas y leyes revolucionarias que inicialmente habrían de dictarse, cuando se triunfara, tales como: la reforma agraria, la reforma integral de la enseñanza, la nacionalización del Trust Eléctrico y el Telefónico, entre otras.
Asimismo proyecta cuál sería el programa a aplicar por el gobierno revolucionario, conocido como el Programa del Moncada.
En el texto también ocupa espacio la acusación a a Fulgencio Batista por las violaciones cometidas con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952 y denuncia los crímenes ejecutados por ese gobierno.
La presencia de José Martí se reveló al declararlo como autor intelectual de la acción redentora al significar:
Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, ¡tanta era la afrenta! Pero vive, no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que él siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol
A seguidas Fidel cierra su alegato de autodefensa con la frase inmortalizada para los cubanos en su grandiosa epopeya:
Condenadme no importa, la Historia me Absolverá.
Y la fortaleza de los ideales abrazados a la verdad condujo con dignidad y coraje, al pueblo y su líder hasta la victoria.
Hoy, aquel hecho vindicador de la justicia, deviene antorcha para defender la gloria alcanzada, batallando contra el también oprobioso bloqueo y los errores, que se cometen en el tránsito del camino, a partir del desenvolvimiento ingenioso ante las dificultades, con optimismo y la determinación de que aquí nunca habrá rendición de ningún tipo y seguros de que juntos se saldrá adelante.