Desde pequeña encontré inspiración en tus consejos, sostuviste mis manos en mis momentos de tristeza. Fuiste mi amigo, mi confidente y mi mano derecha ante mis aventuras y desdichas.
La primera palabra que pronunciaron mis labios fue papá, y tu cara de alegría y sorpresa fue recogida en fotos por la familia. Sufriste en mis momentos de quiebre, de desvelos ante los exámenes y ahí sin vacilar siempre presente, siempre a la espera de resolver lo que se me antepusiera en el camino.
Ser padre es la meta a la que muchos aspiran, pero pocos saben llegar. A los que están presentes, que se hacen notar cuando el tiempo apremia, que son héroes de capas invisibles y de temperamento imponente, que no claudican ante las tempestades… esos que son cada día la mejor versión gracias a sus hijos son los verdaderos gigantes…