Hace unos días concluyó la XXXII edición de la Feria Internacional del Libro, un destacado evento cultural cubano que, como cada año, abarcó todas las capitales provinciales, la Isla de la Juventud y otras ciudades importantes del país desde el 15 de febrero, y que comercializó alrededor de un millón de títulos impresos y 2 mil en formato digital.
Y cuando todavía está tan fresco ese disfrute, llega la jornada en que se celebra el 31 de marzo El Día del Libro, fecha que fue instituida en 1981, como homenaje al surgimiento, en 1959, de la Imprenta Nacional de Cuba, una de las primeras instituciones creadas por la Revolución para contribuir al desarrollo de la cultura.
En la Imprenta Nacional de Cuba, cuyo primer director fuera el escritor Alejo Carpentier, al poco tiempo de ser constituida se editó la obra clásica de la literatura hispana y universal, Don Quijote de La Mancha, de Miguel de Cervantes, primer libro impreso en nuestro país tras el triunfo de la revolución, sugerido por el comandante Fidel Castro Ruz.
Ese acontecimiento permitió el acceso de millones de cubanos a la lectura, y como suceso extraordinario se puede señalar la edición de diversas revistas y folletos tales como, las cartillas y los manuales de la Campaña Nacional de Alfabetización de 1961 para que, como sugiriera Fidel, “la revolución no le dice al pueblo cree, le dice, lee”.
“Los libros consuelan, calman, preparan, enriquecen y redimen”. Esa esencia martiana se respira en Cuba desde aquella temprana fecha del 31 de marzo de 1959, con el nacimiento de la imprenta y la producción de las primeras obras para enseñar y para leer, y que dieron lugar a la proclamación del Día del Libro Cubano.