La conformación del menú diario en los hogares cubanos se ha vuelto una preocupación de máxima prioridad debido a la escasez de productos, los precios exorbitantes y los salarios insuficientes de la mayoría de las personas, los cuales no alcanzan para cubrir los gastos mínimos necesarios.
Esta situación es resultado del bloqueo económico y financiero impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, la crisis económica global, y las limitaciones e insuficiencias internas que no se justifican o, al menos, no se comprenden ni se abordan adecuadamente.
Al conversar con campesinos de las cooperativas de créditos y servicios (CCS) 21 de Abril y Generación del Centenario, y de la CPA Abel Santamaría, ubicadas al sureste de la ciudad de Santiago de Cuba supe que la mayoría de la producción de alimentos se entrega, sin embargo, «los mercados tendrían una mayor oferta si la contratación fuese más objetiva y se eliminaran las cadenas de impagos a los productores», conclusión compartida por Modesto Abreu Díaz, funcionario de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), quien se encuentra de visita de trabajo en esta provincia del oriente cubano.
Otros problemas identificados incluyen la gran cantidad de frutas que no se cosechan y se pierden en los campos debido a deficiencias en el acopio y la falta de mini industrias para procesarlas, la escasez de combustible y herramientas agrícolas para el cuidado adecuado de la tierra y los cultivos, y la existencia de un mercado negro en el que las ganancias no benefician a los campesinos y sus familias, sino que van a parar a los bolsillos de intermediarios y especuladores.
Un tema recurrente fue la adopción de medidas para combatir el robo y sacrificio de ganado; los campesinos se ven prácticamente obligados a no descansar para cuidar a sus animales, pero, según relató un dueño de finca, «hace unos días descubrimos a un ladrón, lo denunciamos y le impusieron una multa de unos cuantos miles de pesos (CUP) por el daño causado y lo dejaron en libertad», entonces se preguntó: «¿cómo espera ese ciudadano pagar esa multa si no trabaja ni tiene otras fuentes de ingresos? Pues, robando nuevamente», se respondió a sí mismo.
A pesar de los inconvenientes mencionados, la mayoría de los campesinos están dispuestos a seguir esforzándose para contribuir con sus productos a la alimentación de la población. Una muestra de ello es que ya están planificando las cifras y variedad de productos que comercializarán en la gran feria de fin de año y año nuevo, con el objetivo de que la elaboración del menú para esos días sea menos complicada para los santiagueros.
Voluntad y disposición hay, y eso se comprueba cuando se visitan y se intercambia con los campesinos: son de las personas más sencillas y agradecidas que hay. Su lucha es dura, durísima ante tantas adversidades, pero son fieles y buenos cubanos.