Cada noche los habitantes de la comunidad altos del 30 de noviembre, de la ciudad de Santiago de Cuba, dedican un aplauso prolongado por la vida hacia los profesionales de la salud de todo el mundo, que en estos momentos combaten la COVID-19.
Santiago de Cuba, 19 abr.— Cada noche, cuando el reloj marca las nueve, la pasividad de la comunidad altos del 30 de noviembre se interrumpe. Un huracan de aplausos llega desde los balcones y se traducen en dulce música por la vida. Son un rayo de esperanza, una fuerza de amor y sentimientos que se multiplican hacia los profesionales de la salud.
Y en esta cita nocturna también participan los pequeños de casa quienes han convertido este momento en una de las mejores actividades del día.
El corazón nos late fuerte al verlos asumir con tanto amor esa actitud ante la vida. Son ellos los que encienden una y otra vez la lucecita para que en casa estemos listos, a las nueve de la noche, para aplaudir al igual que ellos, con energía.
Si usted aun no se ha sumado, le invito a que lo haga, porque incluso, estos aplausos, son un torrente de consideración, amor, respeto, solidaridad y agradecimiento, para quienes dedican todas sus horas a luchar por cada uno de nosotros.
