El amanecer del 7 de diciembre llegó cargado de memoria y de símbolos. En cada rincón de Cuba se revivió la solemnidad de la Operación Tributo, aquella acción de 1989 que devolvió al suelo patrio los restos de los hijos caídos en misiones internacionalistas en África. Treinta y seis años después, la fecha sigue siendo un altar de dignidad y gratitud.
En el municipio Tercer Frente, la evocación se hizo carne en los nombres de cinco combatientes que entregaron su vida en tierras lejanas: Raúl López Mesa, Fermín Díaz Valdés, Jorge Luis Céspedes Mendoza, Daniel Guerra Hechavarría y Pascual Núñez García. Sus historias se entrelazan con la épica de un pueblo que nunca ha olvidado que la solidaridad internacionalista es también un acto de justicia.
Pero la jornada no se limita a un único recuerdo. El calendario histórico cubano coloca junto a la Operación Tributo otras efemérides que engrandecen la fecha: el aniversario de la caída en combate del Mayor General Antonio Maceo Grajales, el Titán de Bronce que enseñó a resistir sin claudicar; el natalicio de Frank País García, joven mártir que encarnó la pureza y la entrega de la generación del centenario; y la fundación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, institución que guarda la memoria viva de quienes defendieron la patria.
Así, la fecha se convierte en un mosaico de símbolos: la resistencia, la juventud, la memoria, la solidaridad. Todo ello se entrelaza en un mismo tejido que reafirma la identidad cubana.
En estas montañas santiagueras, otrora rebeldes, cada nombre pronunciado se convierte en símbolo. López Mesa, Díaz Valdés, Céspedes Mendoza, Guerra Hechavarría y Núñez García no son solo combatientes caídos: son hijos, hermanos, vecinos que partieron con la certeza de que su sacrificio sería semilla de libertad. Hoy, sus familias y su pueblo los recuerdan con lágrimas transformadas en orgullo.
El homenaje de este día se escribe con flores en los monumentos, con himnos en las plazas, con silencios que hablan más fuerte que cualquier discurso. Está en una madre que acaricia la foto de su hijo caído, en un veterano que se pone de pie con el uniforme gastado, en un joven que promete seguir el ejemplo de quienes dieron todo por la justicia.
Es la certeza de que los caídos viven en la obra colectiva, en la dignidad de un pueblo que no olvida. Es la certeza de que la sangre derramada no fue en vano, de que la solidaridad cubana trascendió fronteras y dejó huellas imborrables en la historia universal.
Treinta y seis años después de la Operación Tributo, el municipio Tercer Frente se une a toda Cuba para reafirmar que la memoria es también un acto de resistencia. En cada homenaje late la convicción de que los caídos viven en la obra colectiva, en la dignidad de un pueblo que no olvida y que honra, cada 7 de diciembre, a sus héroes.