Las Avispas de Santiago de Cuba vieron truncado su vuelo en las semifinales de la III Liga Élite de Béisbol Cubano ante el poderoso equipo de Las Tunas, vigente dominador del béisbol nacional y mejor equipo en los últimos cinco años. La serie, que terminó 4-2 a favor de los tuneros, dejó sin embargo un sabor agridulce y una innegable admiración por la garra mostrada en el conjunto santiaguero.
Más allá del resultado final, lo que verdaderamente llamó la atención fue la tenacidad y el poder ofensivo desplegado por Santiago. En una serie donde se daban por favoritos claros a los tuneros, las Avispas plantaron cara en cada encuentro. Perdieron cuatro juegos por estrechísimos márgenes de solo 1 o 2 carreras, demostrando una capacidad de respuesta y una lucha que mantuvo la incertidumbre hasta el final. Solo el último partido, con un marcador más abultado (10-6), escapó a esta tónica de máxima igualdad.
Este despliegue ofensivo resulta aún más meritorio si se considera que Santiago afrontó la crucial semifinal sin dos de sus principales estrellas: Yoelkis Guibert y Yoel Yanqui. Sus ausencias, en lugar de amilanar al equipo, pareció impulsarlos. El conjunto indómito no dejó de conectar hits ni de fabricar carreras en ningún juego, sorprendiendo a propios y extraños con una producción ofensiva que fue el motor de su resistencia.
Sin embargo, la historia conocida de la fase regular se repitió en el momento decisivo: un picheo inconsistente y una defensa errática fueron, una vez más, los talones de Aquiles que inclinaron la balanza. Mientras el bateo generaba oportunidades y carreras, los lanzadores no lograron contener con suficiencia el ataque tunero en los momentos clave, y los errores defensivos otorgaron ventajas que un equipo experimentado como Las Tunas supo capitalizar. Esta dualidad de ataque brillante versus picheo y defensa deficientes, fue el resumen fatal del play off para las Avispas.
¿Conclusiones? Santiago sale de esta Liga Élite con la cabeza bien alta en cuanto a su capacidad de bateo y su carácter combativo. Han demostrado que pueden generar ofensiva contra el mejor equipo del país, incluso sin sus figuras máximas. Pero el camino hacia la ansiada corona pasa inexorablemente por una revolución en el montículo y una mayor solidez tras el guante. Las bases ofensivas están puestas; ahora el reto es construir un equipo más completo.
La afición del «Guillermón Moncada», aunque con la pena de la eliminación, ya mira hacia el futuro con renovadas ansias y expectativas. La muestra dada en esta Liga Élite, alcanzando semifinales y desplegando un juego ofensivo vibrante, es un cimiento sólido. La próxima Serie Nacional se vislumbra no solo con esperanza, sino con la legítima ambición de dar un paso más. Las Avispas han picado, y han dejado claro que su aguijón ofensivo es temible, ahora, toca reforzar la colmena.
