domingo 20 julio 2025

Seguiremos cabalgando juntos a ti

Al decir de José Martí, “cuando se muere en brazos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe, empieza al fin con el morir la vida”. Y la Patria te acogió en su seno y la muerte nunca pudo con tu gloriosa historia y tu vida sigue latente, vislumbrando el camino con la determinante decisión de no rendirse jamás.

Quiero hablar de ti y las palabras que definen valores se agolpan para no faltar y  defender tu presencia; quiero colmar de sapiencia y serenidad mis ideas para armonizarlas con el corazón y la verdad que nos respalda, cual empinado Turquino, revelador de tus encrucijadas en la Sierra; quiero decirte que no imaginas cuán presente estás en cada avatar que enfrentamos amparados por tus enseñanzas y en cada logro a pesar de las serias dificultades.

Hablar de tus hazañas infiere transitar un camino de espinas convertidos en laureles, en nuestro quijote de naturaleza altruista, corajudo y justiciero. Siempre fuiste aquel niño capaz de regalar sus ropitas porque otro lo necesitaba más; aquel joven rebelde que muy temprano se percató de la necesidad de un cambio en su país para el bienestar de su pueblo y aquel hombre emprendedor y continuador de la historia, que lideró la lucha y salvó la Patria.

Fidel, los cubanos sabemos que no has dejado de estar en los momentos más difíciles de los últimos cinco años. La pandemia de la Covid azotó a todo el archipiélago, pero nuestros científicos, aquellos que alentaste a su desarrollo, nos libraron de la epidemia. Mas sucedió que el imperialismo, perverso y cruel, recrudeció el bloqueo y sus consecuencias han mellado el normal desarrollo de nuestro país, de gente noble y leal, solidaria, humanista y digna,  empeñada en avanzar con el principio martiano de que Patria es Humanidad.

Pero aquí estamos los cubanos, bajo la dirección de tus continuadores, los que, en conjunto con el pueblo, no sueltan tus manos; es como si ante cada momento complejo examinemos nuestros pasos para no equivocarnos y ser efectivos, y ante cada travesía difícil nos impulse la confianza y la fe en el triunfo.

Te imagino siempre con tu mano alzada, tu dedo vigoroso, orientador y paladín de las palabras indicándonos el camino, no con una resistencia contemplativa y sumisa, sino con fortaleza y vasta sabiduría para resolver los problemas con destreza, interés, amor y sintiendo el dolor ajeno como propio. Así te revelamos cada día para seguir batallando contra los obstáculos, en cada creación cotidiana, en cada misión personal o colectiva, ante cada necesidad que exija inteligencia, entrega y la unión de todos los actores de la sociedad.

Al decir de José Martí, “cuando se muere en brazos de la Patria agradecida, la muerte acaba, la prisión se rompe, empieza al fin con el morir la vida”. Y la Patria te acogió en su seno  y la muerte nunca pudo con tu gloriosa historia y tu vida sigue latente, vislumbrando el camino con la determinante decisión de no rendirse jamás.

Padre, aquí estamos tus hijos en franca batalla para sanear el sendero de escollos, elevar la responsabilidad laboral y continuar enriqueciendo nuestra Revolución, que aportó no sólo la libertad de los cubanos, sino, además la aprehensión de sublimes valores para ser, cada vez, más dignos y leales a tu grandiosa obra.

Fidel, no encontré las mejores palabras para revelar la dimensión de tu estatura, pero puedes estar seguro de que los cubanos seguiremos cabalgando juntos ti convencidos de la victoria.

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