La solidaridad antimperialista tuvo su mayor realce y esplendor de los últimos 50 años de la historia, cuando el movimiento juvenil democrático y progresista de todo el planeta se diera cita en Cuba, en la celebración del XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que este 5 de agosto llegó a las cuatro décadas y media de la clausura de su jornada victoriosa.
Han transcurrido 45 años de aquel trascendental suceso, que involucró a todos los cubanos, desde que, en reunión del Comité Internacional Preparatorio (CIP) del XI Festival, realizada en febrero de 1975, en la República Democrática Alemana, se acordara, de manera unánime, otorgar a Cuba, la sede del magno evento juvenil.
Los jóvenes, estudiantes y todo el pueblo abrazaron aquella decisión con un elevado compromiso y responsabilidad de poner todo su ingenio y entrega en cuantas tareas se requirieran para corresponder a la confianza cifrada en nuestro país como sede de un evento mundial de tal magnitud.
No existían los recursos económicos necesarios, pero los jóvenes, estudiantes y todo el pueblo alentado por el amor a su Revolución, se creció y desarrolló innumerables iniciativas, con una creatividad excepcional, que permitió una contribución considerable para desarrollar el Festival con notable éxito.
El 28 de julio de 1978, tres días después de celebrarse el aniversario 25 del asalto al Cuartel Moncada, fue inaugurado en la Habana el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes con la participación de 18 mil 500 jóvenes de 145 países; hecho de trascendental importancia, no sólo por ser la primera vez que acontecería en un país de América Latina, sino además por el reconocimiento y la validez de nuestro sistema en plena construcción, con el protagonismo de los jóvenes y todos los cubanos.
Al decir de Raúl Castro Ruz, General de Ejército, en el acto inaugural:»La juventud constituye casi la mitad de la población del planeta. Es por naturaleza renovadora, combativa y audaz. Cuando esas cualidades admirables se ponen sin reservas al servicio de la humanidad y de sus pueblos, cuando esa fuerza se levanta en lucha, se revitalizan las esperanzas y se acrecientan las fuerzas empeñadas en conquistar un futuro mejor para todos los hombres».
Con ese aliento se desarrolló el Festival, con la alegría y el optimismo propio de los jóvenes y el marcado acento de luchar juntos contra el imperialismo y sus efectos nocivos para alcanzar el bienestar de los pueblos; de ahí los numerosos encuentros y debates, el Tribunal Internacional, las actividades en las denominadas Casas Club de diferentes países para la socialización e intercambios, y otras muchas modalidades culturales que permitieron el fortalecimiento de las relaciones y una sólida visión de conjunto de la necesaria soberanía de los pueblos.
En el acto de clausura nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz expresó: ”Nos sentimos más comprometidos que nunca con la causa de la solidaridad antiimperialista, la paz y la amistad, con la causa de la Revolución y el internacionalismo, para ser verdaderamente acreedores a la confianza, el respeto y la solidaridad demostrados por ustedes”.
La solidaridad, la paz y la amistad reclamadas con voz unánime por los jóvenes y estudiantes del mundo en el escenario de nuestro país, devino fortaleza de la unidad por las conquistas de los más sublimes sueños, sueños que no todos han sido conquistados, pero hoy son muchos más los pueblos `con claridad meridiana del camino a seguir y se lucha, con la certeza de que la justicia y la verdad se impondrán.
