sábado 08 noviembre 2025

Cuando la luz volvió a Rajayoga

Siete de la noche de este viernes 7 de noviembre. Un grito recorrió el reparto Rajayoga: ¡llegó la luz!. Después de diez días de oscuridad, la electricidad volvía a encender bombillos y ánimos en este barrio del este de la ciudad de Santiago de Cuba; las risas y los aplausos se mezclaron con el deseo de que lo ocurrido con Melissa, no se vuelva a repetir.

Pero para que esa alegría estallara, antes tuvo que llegar una brigada de hombres curtidos por el sol y la distancia: los linieros pinareños.

Unos 124 trabajadores eléctricos, venidos desde Pinar del Río, dejaron atrás a sus familias el martes 28 de octubre para cruzar la Isla de oeste a este: más de mil kilómetros los separaban de sus casas, pero la urgencia los movía. El huracán Melissa había arrasado cables, postes y techos desde la madrugada del miércoles 29, y el oriente necesitaba auxilio.

“Modestos y trabajadores”, así los describió Marcial, vecino del edificio 19, mientras seguía de cerca las maniobras de una de las brigadas, cinco hombres que se les conoce como “El Niño y sus Linieros Locos”: Julio Rodríguez, Misdel Blanco, Darián López, Yaciel Morejón y Luciel Crespo. “Nuestros salvadores”, les llamó Martha, una santiaguera por adopción que vino de Vueltabajo hace cuarenta años y, quizás por eso, los sintió como suyos.

Durante el tiempo que estuvieron en Rajayoga no solo repararon líneas eléctricas: también tejieron vínculos. Entre buchitos de café, vasos de agua y algún que otro “engañito”, ganaron el cariño de la gente que, aunque heridas por Melissa, siguen siendo esas que comparten lo poco, que se levantan y se ayudan a sí mismas mientras agradecen el sudor de los demás.

Cuando les pregunté cuánto tiempo permanecerían en Santiago, la respuesta fue unánime, firme y con orgullo: “hasta que sea necesario, y si hay que ir a otra provincia, allí estaremos”.

Antes de partir rumbo a otra zona afectada, Julio, el especialista principal, resumió el espíritu que los trajo hasta aquí: “los pinareños sabemos lo que es recibir ayuda, casi todos los años algún evento meteorológico nos deja a oscuras, y el resto del país siempre nos tiende la mano; ahora nos toca a nosotros”.

Y así, con cables tensados y postes erguidos, Rajayoga quedó lista para encenderse, no solo de electricidad, sino de la certeza de que la solidaridad también tiene su propia corriente que actúa en lo más profundo de los corazones y que, como la luz, siempre encuentra la manera de volver.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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