En Santiago de Cuba, ingenieros, técnicos y obreros trabajan sin descanso en plantas potabilizadoras, sistemas de bombeo y redes de distribución. Muchos laboran bajo el sol intenso, entre maquinarias y tuberías, para que en cada hogar, escuela y hospital el agua llegue con calidad y seguridad.
Maritza Rodríguez, operadora de una estación de bombeo desde hace 23 años, comenta: «Pocas personas ven nuestro trabajo, pero sin agua no hay vida. Saber que lo logramos cada día es nuestra mayor recompensa».
Los avances recientes incluyen la modernización de redes, la instalación de sistemas de energía renovable para el bombeo y campañas de ahorro. Sin embargo, persisten desafíos como las sequías prolongadas y el envejecimiento de infraestructuras.
Su labor no solo garantiza un recurso vital, sino que protege la salud pública y contribuye a la sostenibilidad del país. En cada gota que fluye por nuestras cañerías, hay horas de esfuerzo silencioso.