Texto y Fotos Gabriela Lozano Montoya/Estudiante de Periodismo
Uno de los logros del sector de la Salud Pública en Songo-La Maya es la sala de hemodiálisis, construida en el hospital Roberto Infante Pascual del poblado de Alto Songo. Este sitio se ha consolidado como un segundo hogar para quienes enfrentan la insuficiencia renal crónica.
En este espacio, más allá de los tratamientos médicos, también se encierra el esfuerzo y la dedicación de un equipo comprometido con la salud de sus pacientes, a pesar de las limitaciones de recursos.

Para quienes acuden a recibir hemodiálisis en el hospital municipal contar con la compañía de la doctora Elisa Valverde Martínez es un privilegio. Nefróloga de profesión, es una de los dos especialistas a cargo de la sala y ya en su hoja de servicios cuenta con la experiencia de cuatro años dedicándose a esta noble labor.
Natural del municipio Segundo Frente, Elisa prefiere evitar sentirse protagonista, tiene una sonrisa tímida y no le agradan las fotos ni las entrevistas. Escogió una de las profesiones más humanas del mundo y en cada día de trabajo va dejando una huella profunda en los pacientes y sus familias.
En la sala se atienden actualmente 18 pacientes provenientes de los municipios Songo-La Maya y Segundo Frente, aunque el número puede aumentar cuando suceden determinadas emergencias en otros territorios cercanos. Recientemente el hospital Roberto Infante tuvo que acoger a pacientes nefróticos de San Luis por dificultades técnicas en su centro de hemodiálisis.
El servicio opera de lunes a sábado, con turnos alternos que garantizan atención personalizada a los pacientes de acuerdo a sus necesidades clínicas. Cada uno de ellos recibe tratamiento tres veces a la semana, en sesiones de entre tres y cuatro horas.
La especialista explicó que cada una de esas máquinas de diálisis, a las que muchos conocen como riñones artificiales, simula la función de ese vital órgano humano para purificar la sangre y eliminar los líquidos acumulados en el organismo.

«Es un proceso muy riguroso», refiere la doctora Valverde, para algunos pacientes se utiliza un catéter temporal, pero lo ideal es una fístula arteriovenosa, que ofrece mayor estabilidad. Este procedimiento requiere atención y asesoría de especialistas en los centros asistenciales de la ciudad de Santiago para un mejor resultado y calidad de vida del paciente».
La insuficiencia renal crónica impacta profundamente la cotidianidad de quienes la padecen. Las restricciones alimentarias, imposibilidad de consumir agua libremente y la dependencia de las sesiones de diálisis son solo algunos de los desafíos. Ante estos frenos el equipo del centro busca no solo atender la enfermedad, sino también brindar apoyo emocional y un entorno acogedor.
«Sabemos que para nuestros pacientes este lugar se convierte en una segunda casa», comenta Elisa, «por eso hacemos todo lo posible para que se sientan cómodos y bien cuidados mientras están aquí. No se trata solo de conectarlos a unas máquinas y hacerles un proceder médico, sino de personas que confían en nosotros».
El papel del equipo de expertos de esa sala de hemodiálisis no se limita a su municipio, durante la amenaza del azote de eventos meteorológicos los pacientes de Segundo Frente y El Cristo son evacuados al hospital Roberto Infante Pascual para garantizar la continuidad de sus tratamientos.
En la sala de hemodiálisis del hospital Roberto Infante Pascual se salvan vidas a diario y la doctora Elisa Valverde es uno de los rostros de esta humana labor, aunque ella prefiera no estar en las fotos. «Si vuelvo a nacer vuelvo a ser nefróloga» y su humildad es la de un equipo que trabaja con vocación y compromiso, enfrentando desafíos para ofrecer un servicio vital a la comunidad.
En un contexto donde los recursos pueden ser limitados, este centro es un recordatorio de la importancia del esfuerzo colectivo y la solidaridad. Gracias a su existencia muchos pacientes pueden llevar una vida más digna y esperanzadora, sabiendo que no están solos en su lucha diaria.