Cuando falta poco para el cierre de la actual temporada ciclónica, la primera conclusión es que “nunca es tarde para prevenir los embastes de eventos naturales que pueden conducir a catástrofes cuyos impactos negativos perduran”, aunque la recuperación sea inmediata, porque queda el dolor de lo perdido, del momento desesperante, y más, si se trata de familiares muertos, como ocurrió en la vecina Guantánamo.
En el caso de Cuba, siempre la población estuvo al tanto de una temporada ciclónica más activa, pero con eventos típicos entre el 1ro de junio y el 30 de noviembre de 2024, gracias a los especialistas del Instituto de Meteorología quienes ratificaron por qué tendría un comportamiento muy dinámico en la cuenca del Atlántico norte, conformada también por el golfo de México y el mar Caribe.
Recuerdo que la doctora Miriam Teresita Llanes, jefa del Centro de Pronósticos Meteorológicos, dijo de la posible formación de quince tormentas tropicales en toda esa área geográfica, de las cuales nueve podrían alcanzar la categoría de huracán. “Del total de tormentas tropicales, 12 deben desarrollarse en la zona oceánica del Atlántico y tres en el mar Caribe”, dijo.
Cuántos pensamos en el estado de nuestras viviendas, de las proximidades de muchos en las costas y que se resisten abandonar, incluso, de las huellas aún no bien curadas tras el paso de otros huracanes, pero esta vez, en el caso de Santiago de Cuba, tuvimos hasta una curiosidad.
Y fue en la semana del lunes 4 hasta el domingo 10 de los corrientes, cuando tuvimos de todo tipo de eventos, directa o indirectamente para Santiago de Cuba: desde frente de bajas presiones, depresión tropical, tormenta tropical, luego se convirtió en huracán Rafael, frente frio, leve pero fue; lluvias intensas, moderadas, a intervalos, vientos flojos, débiles y fuertes; bajas temperaturas y mucho calor, pero el colmo ocurrió al final.
El propio domingo 10 de noviembre sendos sismos (6 ° y de 6.7 ° en la escala Richter) muy perceptibles impactaron en todo el oriente cubano, en las vecinas Jamaica y Caimán, hasta dejar una serie de más de dos mil réplicas y daños en inmuebles en la vecina provincia de Granma.
Lógico en el caso de Cuba, se precipitó de inmediato la ayuda a los territorios impactados por sismos, huracanes y bajas presiones, como el caso de Baracoa, Imías, Maisí, San Antonio del Sur y, en el caso de Granma: Pilón, Manzanillo, San Bartolomé Masó y Bayamo.
Hasta el occidente llegaron los brazos solidarios de los trabajadores eléctricos, telefónicos, constructores, donaciones de sangre y avituallamientos de todo tipo desde Santiago de Cuba.
Tanto ésta como anteriores experiencias confirman la utilidad y necesidad de mejoras continuas del sistema nacional de la defensa civil, que involucra el protagonismo del sistema informativo de nuestro canal televisivo tvsantiago, las nueve emisoras de radio en la provincia y el Sierra Maestra, Órgano Oficial del Comité Provincial del PCC.
Ahora la preocupación sigue latente, una vez que concluya noviembre y la posibilidad del seguimiento de las lluvias como ocurrió en años anteriores, suerte que llegan los frentes invernales, pero ojo, en el camino la temporada de seca con sus correspondientes impactos negativos en la agricultura y obliga a mayor ahorro de agua.
El evento conocido como La Niña -Oscilación del Sur (ENOS), de septiembre u octubre, ¿cederá el paso al Niño?
La respuesta en próximo reportaje en la indagación del criterio autorizado de los especialistas de la Oficina Territorial de Meteorología en Santiago de Cuba y en consulta con sus colegas nacionales.