Un amasijo de diversas expresiones artísticas caribeñas colmará los espacios de la geografía de Santiago de Cuba, cuando este 3 de julio quede abierta una nueva edición del Festival del Caribe, esta vez con la presencia protagónica de México, país invitado.
Como en todas las ocasiones anteriores, la semejanza y diversidad de las culturas participantes convendrán en una suerte de sinergia con fuerza integradora a escala social, en defensa de los elementos comunes de nuestra identidad. No será una excepción en relación con otras ediciones del emblemático evento, pero sí una jornada significativa por constituir, a más de cuatro décadas, una mirada más vigorosa y preclara de la soberanía cultural en el área.
La estampida del Festival en Santiago de Cuba con sus diferentes muestras de creaciones artísticas de los países participantes, a través de la danza, la plástica, el teatro y el espacio teórico, entre otras, con especial protagonismo de México, revelará el crecimiento de los valores culturales caribeños, al tiempo de acentuarse como especial regalo a la población santiaguera, que se levanta, a ultranza del criminal bloqueo.
Y es que en Santiago de Cuba, Ciudad Creativa Musical, ya se respira esta gran fiesta de colores y ritmos desbordantes en una mezcla de culturas afines; intercambio de saberes, movimientos de danzas, que generan magnetismo al paso de los diferentes grupos en el aclamado desfile de la serpiente; toques de tambores e instrumentos propios del fuego revelador de la fuerza de nuestras raíces caribeñas. Al cierre, su mágico colofón con la quema simbólica del Diablo para acabar con todo lo malo y encaminar nuestro destino a un mundo mejor.
En este escenario del oriente cubano, donde la hospitalidad, la alegría y la lealtad forman parte indisoluble de la genética de sus hombres y mujeres, tendrá lugar el magno encuentro, no simplemente por una tradición, que deja su impronta en cada mes de julio, sino por la satisfacción consciente de un abrazo, un abrazo que refiere unidad y convergencia cultural de todos los pueblos caribeños, sin distinción de credos y al amparo de sus valores.
He aquí la fiesta vindicadora de nuestras raíces culturales caribeñas y la identidad que nos hermana.