Cuartel militar devenido símbolo perpetuo de victoria

En el decurso de la vida de los cubanos han  transcurrido determinados sucesos, que por más que se pretendan reseñar sin mediar sentimientos,  provocan desprecio, repulsión y  condena, aunque la historia se haya encargado de aniquilar aquel pasado de afrentas y oprobios, con la construcción de una obra gloriosa.

Baste solo un nombre: Cuartel Moncada y una referencia sintetizada de un recorrido torcido hasta el desborde de la infamia, la ignominia y su definitivo sepulcro. Este sitio, reservorio de fuerzas represivas, fue construido en 1858 como Nuevo Presidio para fungir como cárcel. Luego en 1868 cambia su nombre por Reina Mercedes, haciendo honor a la esposa del Rey de España Alfonso XIII.

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Cuartel Reina Mercedes

Como cárcel, al fin, estaba destinada a la aplicación de condenas a los nativos por numerosas razones, sobre todo a los adversarios de la colonia, de ahí que en 1893 es encarcelado Guillermo Moncada, acusado de conspiración contra el Gobierno español.

Aunque los fines del referido centro penitenciario fueron, en esencia, los mismos, siguió cambiando su nombre. En 1898, con la intervención norteamericana, pasa a ser sede del Regimiento de la Guardia Rural. Luego, en 1902, el general Saturnino Lora asume el mando del Regimiento 3, llamado Antonio Maceo. Lo cierto es que sucedieron muchos acontecimientos en medio de la realidad política de una República anómala por todas las circunstancias que la signaron.

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Cuartel Moncada

A partir de 1909 adquiere oficialmente el nombre de Moncada, como tributo al General Guillermo Moncada, quien había participado en las tres guerras de independencia. En 1936 este recinto carcelario sufre un incendio por causas desconocidas y no es hasta 1944 que se levanta como una fortaleza e imagen definitiva con el estilo arquitectónico Art Deco.

Al ser la segunda fortaleza, en importancia del país, anidaba a grandes generales del Ejército de Batista y una amplia madriguera de buitres de los cuales Cuba necesitaba librarse. Aun quedan testigos de aquel momento histórico en que un grupo de  jóvenes revolucionarios, dirigidos por Fidel protagonizan el asalto al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, porque “no se podía dejar morir al apóstol en su centenario”.  El hecho conmocionó a todo el país y en especial a Santiago de Cuba y a Bayamo, donde también se había producido un asalto semejante a su cuartel.

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Cuartel Moncada

En el pedestal de la Patria se alistan muchos jóvenes que cayeron en el enfrentamiento, otros quienes fueron salvajemente asesinados o torturados hasta ocasionarles la muerte. Inmediatamente después de estos hechos, la dictadura reaccionó con una brutal represión y el Cuartel fue escenario de los crímenes más horrendos. Allí habían quedado los ojos de Abel Santamaría como sentencia al régimen más sanguinario de la historia cubana.

El primero de enero de 1959 triunfa la Revolución y marca el fin de la muerte. Aquella fortaleza otrora manchada de sangre y horror, en fecha coincidente con el aniversario 106 del natalicio de José Martí, se convierte en la emblemática Ciudad Escolar 26 de Julio, como símbolo perpetuo de victoria.

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Los calabozos, las mazmorras, los oscuros rincones, donde el sadismo y la crueldad dejaron sin vida a muchos jóvenes, después de aplicarles horribles torturas, se colmaron, entonces de pañoletas azules y rojas, como fiel testimonio  de sueños realizados, con  la conquista más sublime de los dignos hijos de la nación, liderada por nuestro invicto Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz.

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Jornadas de trabajo intenso; en esta cobertura tuve la oportunidad de acercarme a personas revolucionarias y aman y honran la…
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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
Son los jóvenes quienes, en mayoría, llevan el mayor peso del quehacer cotidiano del país. Así ha sido siempre. No…
El secretismo no es política de estado, sin embargo, hay directivos en entidades que lo practican...
Hay que adelantarse a los acontecimientos. La ingenuidad en la comunicación, cuesta.
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