Ginebra, 1 ago.— Varias agencias de Naciones Unidas estiman que unos 10 mil niños menores de cinco años podrían morir de hambre al mes, durante el primer año de pandemia, lo que constituye hoy una de las consecuencias colaterales de la Covid-19.
La advertencia está incluida en un informe emitido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos.
Esos organismos internacionales estiman que la Covid-19 ha generado un aumento en los niveles de desnutrición y hambruna infantil, por lo que de no adoptarse medidas urgentes para revertir esa situación, las implicaciones serán mucho mayores.
Frente a esa coyuntura estiman que se necesitarían dos mil 400 millones de dólares para intentar evitar el estremecedor pronóstico de 130 mil muertes de infantes por desnutrición cada año durante el tiempo que la pandemia de Covid-19 siga amenazando a la humanidad.
Antes de aparecer esa enfermedad, se estimaba que cerca de 47 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo estaban afectados por la emaciación o pérdida involuntaria de más del 10 por ciento del peso corporal, principalmente de masa muscular.
Sin embargo, esas agencias de la ONU prevén que este número podría aumentar en unos 6,7 millones de infantes, siendo África subsahariana y el sur de Asia las zonas más afectadas, con un aumento del 80 por ciento de los casos.
La información recogida en el informe muestra que de combinarse el aumento previsto de la emaciación en cada país con una reducción media anual prevista del 25 por ciento en los servicios de nutrición, podría haber 128 mil 600 muertes adicionales de niños menores de cinco años en 12 meses.
También demuestra que el aumento estimado de la emaciación infantil es solo la punta del iceberg, ya que se espera que la pandemia de la Covid-19 aumente otras formas de malnutrición infantil, como el retraso en el crecimiento, las deficiencias de micronutrientes y el sobrepeso.
Las tasas de pobreza e inseguridad alimentaria en los hogares se han incrementado, por la interrupción de los servicios esenciales de nutrición y las cadenas de suministro.
Además, los precios de los alimentos se han disparado y como resultado, la calidad de la dieta de los niños ha disminuido y las tasas de malnutrición aumentarán, sentenció Henrietta Fore, secretaria general de la Unicef.
