Santiago de Cuba, 23 jul.— Ellas no son el relevo, son la continuidad. El talento las distingue. Cuando más difíciles eran las circunstancias, permanecieron de manera incondicional. No las comprometía una remuneración y jamás imaginaron recibirían reconocimiento alguno.
Tienen el espíritu tenaz del periodista, el carisma y toda la energía de la juventud. Libres de prejuicios y manías, con nuevas formas de decir y hacer, respetuosas y prestas a asimilar sugerencias.
Aunque alguna considere que es un honor compartir las rutinas periodísticas con los de mayor experiencia, el gusto ha sido mío. Son la confirmación de una juventud comprometida con maneras honestas de aportar al hogar, a la sociedad, al noble oficio. Son la certeza del presente y el futuro. En cada una de ellas hay luz suficiente para demostrar que nuestra juventud no está perdida, hace su propio camino, en su propio tiempo.
De primer y tercer año de Periodismo, Marlen, Alexandra, Cinthya, Katherin, Norita, Elena, Daniela, Zayda y Jennifer. Me disculpo si involuntariamente omito algún nombre, a todas mi respeto y cariño.
Estudiantes somos hasta el último aliento, en la escuela de vida. De ustedes también aprendo. Es mera cuestión de tiempo que un título lo avale, tienen el instinto y las herramientas de un oficio con el que se nace y ya siente el placer de ejercerlo.
Porque el gusto es mío, les dedico estas sencillas líneas, llenas gratitud y cariño, con ustedes es un honor compartir el combate, desde una profesión indisolublemente ligada al alma.