Santiago de Cuba, 19 may.— Flores frescas ante el Mausoleo que guarda sus restos en el cementerio de Santa Ifigenia simbolizan hoy aquí el homenaje de los cubanos a José Martí al cumplirse 125 años de su caída en combate.
Aunque las circunstancias epidemiológicas por la COVID-19 han impuesto cambios en la expresión tradicional del tributo, la evocación del Héroe Nacional rebasará barreras físicas y estará en los hogares, donde la mayoría de las familias cubanas cumple con el obligado aislamiento como la decisión principal ante la pandemia.
Puede que durante esta mañana de martes se extrañe la algarabía de las bandas pioneriles que habitualmente desfilan en estas jornadas, pero en la programación educativa y general de la televisión estará el recuerdo del más universal de los cubanos, ese que de muy diversas maneras comparte la cotidianidad en el país.
Al igual que cada 28 de enero, fecha del nacimiento del Apóstol en 1853, el 19 de mayo es ocasión sagrada para agradecerle una vida entregada a la libertad y la dignidad de sus compatriotas, un empeño que solo fue truncado por las balas del colonialismo español en Dos Ríos, confluencia de los cauces Contramaestre y Cauto.
Más allá de las tantas calles y avenidas, aeropuertos, escuelas, universidades y otras instituciones que llevan en Cuba el nombre del Maestro, la mayor reverencia a su legado transcurrirá esta vez en lo más íntimo y cálido de cada hogar, donde la evocación de aquel aciago domingo será gesto de patriotismo.
Así ocurrirá, sin dudas, en el que encabeza el neurólogo santiaguero Ricardo Hodelín, estudioso incansable de la obra martiana y en especial de las enfermedades sufridas por el héroe, a las que ha dedicado más de un libro en un empeño de investigación y admiración en el que ha involucrado a su esposa y dos hijos, médicos también.
