El 4 de julio adquiere un significado profundamente local: el Día del Trabajador de la Administración Pública, un tributo a Enrique Hart Dávalos, mártir de la Revolución y símbolo de la lucha contra la dictadura batistiana .
Esta fecha, lejos de ser una efeméride, encarna la resistencia y el compromiso de quienes sostienen el andamiaje estatal, desde oficinas municipales hasta instituciones bancarias, en un contexto de desafíos económicos y políticos.
Santiago: tradición y reconocimiento en tiempos difíciles
En la oriental Santiago, ciudad cuna de revoluciones y gestas, la celebración trasciende el acto protocolar. Aquí, los trabajadores públicos no solo reciben distinciones como la «Enrique Hart Dávalos» —otorgada a quienes acumulan 20 o 25 años de servicio— , sino que también protagonizan jornadas de trabajo voluntario y debates sobre eficiencia, un tema urgente en medio de la política hostil del bloqueo.
«Este día es un recordatorio de que nuestro esfuerzo contribuye al desarrollo del país», afirma Luis Augusto, especialista en recursos humanos. Mientras, Dayana, joven recién incorporada, destaca: «Trabajar en lo público es un desafío, pero también un orgullo».