lunes 15 diciembre 2025

Mal Tiempo, la Tormenta que Forjó una Nación

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El sitio de la televisión en Santiago de Cuba

No fue solo un enfrentamiento militar. Fue el día en que la llanura de Cruces, en Cienfuegos, dejó de ser un punto en el mapa para convertirse en un latido dentro del corazón cubano.

El 15 de diciembre de 1895, bajo un cielo cargado de presagios, la historia no se escribió con tinta, sino con el filo de un machete y la inquebrantable voluntad de ser libres.

Frente a la desproporción abrumadora de más de 10,000 soldados del ejército español, se alzaba un huracán de dignidad llamado Ejército Libertador.

Al mando, dos titanes cuya sola mencia encendía la esperanza: el estratega sereno, Máximo Gómez, y el León, Antonio Maceo. Con apenas 2000 hombres, no se plantaron para resistir. Se lanzaron, en un acto de pura audacia táctica y convicción, como un relámpago que partió la pradera.

El combate de Mal Tiempo no se ganó por la fuerza del número, sino por la tempestad del espíritu. El rugido del mambisado, ese ejército de pueblo, se confundió con el viento.

La tierra de Cuba, esa tierra que anhelaban liberar, memorizó para siempre la carga arrolladora, el chocar del acero contra el acero, el grito que nacía de las entrañas. Fue una lección tallada a fuego: la libertad no se pide, se forja.

Aquella victoria resonante, en el inicio de la invasión de oriente a occidente, fue mucho más que un triunfo táctico. Fue el momento en que la rica historia de Cuba se nutrió de un nuevo símbolo imborrable.

Demostró que el poder colonial, por vasto que pareciera, era vulnerable ante la idea justa y el coraje de sus hijos. El “mal tiempo” que encontraron los españoles aquella tarde no fue meteorológico; fue la tormenta indetenible de una nación que despertaba.

Hoy, al recordar aquel día, no evocamos solo una batalla. Recordamos el verso épico que Cuba escribió en la llanura: a veces, el mal tiempo solo anuncia la tormenta que renace. Una tormenta de identidad, de soberanía y de legado, que sigue lloviendo sobre nosotros, recordándonos de qué fibra estamos hechos.

El eco de aquel machete en Cruces sigue vibrando, parte esencial del alma de esta Isla.

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Joel @ No todo está perdido
abril 11, 2024 at 1:44 am
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