Sus rostros reflejan sacrificio, vocación, compromiso, y también alegría y una nostalgia discreta. Son un grupo de profesores de la Facultad de Enfermería y Tecnología de la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba que, tras recibir el reconocimiento especial en el teatro de la escuela, decidieron prolongar el intercambio más allá del acto oficial, en un espacio donde la formalidad diera paso al diálogo cercano.
El encuentro tuvo lugar en la casa de la profesora Alina, escenario elegido para esa reunión informal que pronto se llenó de anécdotas, reflexiones y silencios compartidos y, aunque algunos intentaron apartar la conversación de los asuntos laborales, la experiencia común terminó marcando el rumbo del diálogo: “es verdad que pasamos todo el año en la escuela, pero casi nunca estamos juntos y, además, no tenemos tiempo para hablar de tantos y diversos asuntos”, coincidieron, al menos sin la presión de la mirada institucional ni la rigidez del protocolo.
No obstante, la vocación docente volvió a imponerse; las conversaciones regresaban una y otra vez a las aulas, a los estudiantes y a las prácticas clínicas, como si la profesión no admitiera pausas, ni siquiera en un espacio concebido para la reflexión y la cercanía personal. Entre recuerdos y comentarios, se reafirmaba una certeza compartida: enseñar es un compromiso que trasciende horarios y escenarios.
Ser educador en las especialidades de Enfermería y Tecnología de la Salud implica, además de vocación, asumir una responsabilidad que trasciende la simple transmisión de conocimientos; significa formar profesionales con sólidas competencias técnicas, pero, sobre todo, con valores éticos y sensibilidad humana, en un contexto donde cada enseñanza puede, y debe, traducirse en una mejor atención a la salud de la población.
El reconocimiento recibido no distingue únicamente trayectorias individuales, sino que visibiliza una labor sostenida, muchas veces silenciosa, marcada por la entrega y la constancia.
Más allá del estímulo como educadores, que incluyó el Premio Alma Mater, otorgado por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) a algunos de los profesores, en cada intercambio quedó claro que la docencia, especialmente en el sector de la salud, continúa siendo una de las expresiones más genuinas del servicio público y una vocación que se ejerce, incluso, fuera del aula.