Cuando recorremos cada territorio, conversamos con nuestros vecinos y caminamos por zonas tan intrincadas como Brazo Escondido (Tercer Frente) o Aserradero (Guamá), confirmamos que hemos perdido mucho —viviendas, cultivos, caminos—, pero no hemos perdido lo esencial: la vida y la fuerza que nace de los vínculos.
Son increíbles las historias que surgen de nuestras familias y comunidades.
Santiago de Cuba se levanta, sobre todo, con amor: con la fuerza de muchos amigos que nos abrazan desde distintas partes, con las brigadas que llegan poco a poco a nuestros barrios, con campañas espontáneas que surgen en redes sociales y con el apoyo entre nosotros mismos.
Desde Guamá hasta Segundo Frente, desde El Cobre hasta El Caney, vemos cómo el pueblo se organiza, comparte y se ayuda.
Hasta hoy tenemos reportadas:
Más de 63 mil viviendas dañadas, de ellas 5 645 con derrumbes totales.
Más de 2 000 instalaciones estatales afectadas: escuelas, consultorios, redes e infraestructuras sociales.
Doce zonas aún incomunicadas por vía terrestre, principalmente en Palma Soriano, Contramaestre, Guamá y Santiago de Cuba.
En la agricultura, pérdidas concentradas en el café, los cultivos varios y las áreas forestales, con afectaciones en despulpadoras y molinos.
Pero nadie se queda quieto:
Ya se han distribuido más de 26 mil tejas.
Cerca de 500 hogares han sido recuperados.
En la telefonía fija, de 43 499 clientes afectados, 5 478 ya cuentan con servicio.
De los 22 km de viales nacionales dañados, 8 km están recuperados.
De los cinco puentes afectados, uno ya fue restablecido.
Se restablece gradualmente la electricidad: más de 49 000 clientes ya cuentan con corriente.
Y algo muy importante: algunas familias han logrado establecer contacto con zonas que permanecían incomunicadas, y esa noticia nos da tranquilidad y esperanza.
En los campos, campesinos y cooperativistas trabajan junto a las fuerzas del Ministerio de la Construcción y las FAR en la reanimación productiva.
En los barrios, el pueblo se une en la limpieza y el saneamiento, conscientes de que la salud y la vida son nuestra prioridad.
Por nuestro puerto y aeropuerto llegan donativos y recursos que se distribuyen con la cooperación de organismos, instituciones y las propias comunidades en las zonas más afectadas del oriente.
Agradecemos cada gesto de aliento, cada muestra de solidaridad, que nos hace sentir acompañados.
Concuerdo plenamente con nuestro pueblo:
hay que seguir apretando el paso —limpiar, sanar y avanzar— para borrar las huellas del paso de Melissa por nuestra provincia.
Ahora mismo, cada acción, por pequeña que parezca, cuenta.
Estamos juntos en esto.
Santiago se levanta y se levanta con todos.