¿Qué pasaría si la Revolución deja de existir? ¿Si un día despertamos y ya no está ese hilo conductor que ha tejido durante décadas la identidad, la resistencia y el sentido de pertenencia de un pueblo entero? ¿Qué pasaría si las voces que narran nuestra historia se diluyen en el ruido global de algoritmos y tendencias?
En Las Tunas, durante el Festival Nacional de Telecentros, esa pregunta no se responde con nostalgia ni temor, sino con acción. Porque en medio de los desafíos económicos, tecnológicos y sociales, los comunicadores populares, los realizadores comunitarios y los jóvenes creadores se reúnen para reinventar la manera en que contamos Cuba.
Las plataformas digitales han transformado el modo en que se consume la información. Ya no basta con informar: hay que emocionar, conectar, provocar. Y en ese terreno, los Telecentros han entendido que la Revolución no solo se defiende con consignas, sino con historias reales, sin ambigüedades, que reflejen la cotidianidad de un pueblo que, a pesar de las limitaciones, se levanta cada día para echar su país adelante.
Desde el barrio, desde el surco, desde el aula, desde el hospital, desde el taller… los relatos que emergen en este festival no son ficción ni propaganda. Son verdades vividas, contadas con objetividad, sensibilidad y compromiso. Son Cuba en su forma más auténtica.
Los Telecentros han comprendido que el reto no es solo técnico, sino ético. No se trata de competir con influencers o viralizar contenidos vacíos. Se trata de construir una narrativa digital que respete la inteligencia del público, que lo represente, que lo escuche. Que lo inspire.
Por eso, en Las Tunas, el Festival para los realiza fires, periodistas, teóricos y directivos, un laboratorio de futuro transmedial. Aquí se experimenta con formatos, se debate sobre lenguaje, se reflexiona sobre el papel del periodismo comunitario en tiempos de polarización y desinformación. Aquí se defiende la Revolución desde la creatividad, la verdad y la esperanza.
Nuestro país enfrenta desafíos enormes. Pero su gente, lejos de rendirse, se reinventa. Y los Telecentros, como trincheras comunicacionales, son testigos y protagonistas de esa lucha diaria. Porque mientras haya una cámara encendida, un micrófono abierto, una conexión a internet, habrá una historia que contar. Y mientras haya historias que contar, la Revolución seguirá viva.
Entonces, volvamos al inicio:
¿Qué pasaría si la Revolución deja de existir?