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Por estos días, pocas cosas resultan tan trascendentes para las familias cubanas como el inicio del nuevo curso escolar, que este lunes primero de septiembre alcanza su momento más intenso: el recibimiento de los educandos en las escuelas.
Son imágenes recurrentes en toda la geografía nacional. Este 1ro de septiembre, en Santiago de Cuba como en el resto de la Isla, se repite la escena: ilusión en los niños, responsabilidad en los padres y compromiso en los maestros, y todos coinciden en un mismo anhelo: “que este curso sea mejor que el anterior.”

“La situación está tensa, nadie lo duda, pero los cubanos, ya sabes, nunca nos rendimos”, confiesa una madre que prefirió el anonimato y que añade con firmeza: “ahora vendrán la lucha por completar el uniforme, garantizar la merienda, llevar y recoger a la niña, y cumplir con mi trabajo, pero vale la pena”.
Lo que ella describe es la pura realidad, a la cual se podrían sumar muchos otros retos, sin embargo, insiste en que “cuando sumas las cosas buenas, nada es comparable; allí en la escuela (la Clodomira de Vista Alegre), estará bien protegida y aprendiendo, porque es un centro muy bueno, con maestros muy preparados”.

Así, entre escenas similares y otras incluso más diversas, no exentas de miradas pesimistas, Santiago de Cuba se despide de las vacaciones escolares y comienza a tejer un universo de fantasía para los estudiantes, pero también de responsabilidades para los adultos, ya sean padres o educadores; una diversidad de experiencias, algunas con desenlaces quizás no ideales, pero que al final dejarán saldos positivos y enriquecerán el valioso acervo de la educación cubana.

En este empeño, educadores y familias también ponen sus esperanzas en los resultados del Tercer Perfeccionamiento de la Enseñanza General. Como señaló recientemente la MSc. Concepción Miranda García, de la escuela Carmelo Noa de Rajayoga: “lo que nos espera es emocionante: trabajar por una mayor calidad en la formación de los educandos, para que esa conquista de la Revolución, la educación para todos y de calidad, siga perpetuándose en nuestra felicidad compartida”.
En Cuba, cada septiembre es mucho más que un simple regreso a clases: es una fiesta de esperanza, de esfuerzo compartido y de fe en que la educación continúa siendo la conquista más preciada por la mayoría de los cubanos.