Cuando el Himno Nacional de Cuba llegó al corazón de los cientos de miles de cubanos congregados en la Plaza de la Revolución de la Habana, en representación de todo el pueblo, conectó sentimientos, voluntades y la decisión unánime de luchar juntos, validar y defender la justicia social conquistada en todo el macro universo de su concepción.
Así sucedió aquel 28 de septiembre de 1960, en ocasión de un acto multitudinario liderado por el entonces primer ministro Fidel Castro Ruz, en medio de cercanas detonaciones de explosivos, propiciados por séquitos del imperio, con el propósito de amedrentar a hombres y mujeres, decididos a comprometer su vida por la Revolución.
Por más que se repita aquella epopeya heroica que marcaba el nacimiento de una organización representativa del pueblo cubano, los Comités de Defensa de la Revolución, nunca sobrarán las palabras y siempre tendrá reservado espacio glorioso en la historia de este archipiélago, sobre todo por la fuerza arrolladora de la unidad y la determinación de continuar la marcha.
Nadie imaginaba entonces la magnitud de los obstáculos que empedrarían el camino, desde las agresiones terroristas, sabotajes, intentos de invasión, ataques, introducción de plagas y epidemias, daños incontables al ser humano y la naturaleza, entre otras muchas acciones malévolas, fruto de la impotencia ante la fuerza invencible del líder y su pueblo; de ahí que la razón principal de su creación, en sus inicios, fue la vigilancia revolucionaria.
A 65 años, aquel acontecimiento mantiene latiente sus raíces, en lo que se refiere esencialmente a la identificación de la gente con la obra construida y la comprensión de acciones atemperadas a los momentos actuales. Algunas de las tareas que inicialmente formaron parte de su quehacer fueron quedando en el camino, en relación con las necesidades de cada etapa.
A las rondas y guardias cederistas se sumaron: las trillas de café, la distribución de calzado a los niños, la entrega de grasa para la cocción de los alimentos y otras muchas ayudas a cada familia, víctima de la pobreza. Luego fueron las labores voluntarias de limpieza y embellecimiento de cada cuadra, recogidas de materias primas y el sublime acto de donar sangre, lo que aún enriquece su quehacer.
En los momentos actuales el país se enfrenta a situaciones muy complejas, a partir del añejo bloqueo recrudecido, que intenta acabar con el pueblo y todo lo construido, porque los cubanos no se han rendido, resisten sin mediar contemplación y batallan en busca de soluciones creativas.
Desde su creación y en el fuego cotidiano de entrega fiel, los Comités de Defensa de la Revolución contribuyeron al crecimiento de valores, como el humanismo, la solidaridad, la dignidad y el patriotismo, que hoy están presentes en la mayoría de los nativos, quienes a pesar de los avatares no pierden la confianza en la solución de problemas, más temprano que tarde, con el principio insoslayable de la unidad como principal garantía.
Y esa unidad encierra en si a la inteligencia, la responsabilidad y el sentido de pertenencia como valores importantes para dilucidar con claridad el porqué de los problemas, tener emprendimiento cabal del rol que a cada cual toca, mantener la combatividad ante los errores y los signos de corrupción y defender con lealtad y firmeza a la obra. Es un desafío esencial ante la celebración del aniversario 65 de los CDR.