Hoy 19 de junio se cumplen 118 años del fallecimiento en La Habana, a la edad de 78 años de Doña Leonor Pérez y Cabrera, la madre del Apóstol de la independencia de Cuba José Martí.
Enferma y ciega, sumida en la más absoluta miseria, olvidada por los gobernantes de la nueva República, pasó Doña Leonor los últimos años se su existencia después de regresar a Cuba en 1898, para ser testigo de la derrota de España y de la primera intervención norteamericana a la isla, que echó por tierra la tan anhelada nación “Con todos y para el bien de todos”, soñada por su hijo.
La última vez que ella vio a su adorado Pepe, como llamaba a su hijo, fue en noviembre de 1897 en el puerto de Nueva York, donde le entregó orgullosa la sortija que ella mandó a hacer con un trozo de la cadena que arrastró en el presidio José Martí cuando era apenas un adolescente. Entonces tuvo la certeza que no lo vería más de vuelta al hogar.
En 1894, Martí le escribe a su madre: “Mi porvenir es como la luz del carbón blanco, que se quema él para iluminar alrededor. Siento que jamás acabarán mis luchas (…) déjame impulsar sereno, en bien de los demás, toda la piedad y el orden que hay en mí”. Comprendía así la madre la grandeza de su idolatrado hijo y el amor a la Revolución que él gestaba y por la que daría su vida.
La muerte de Martí el 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, fue un duro golpe para Doña Leonor que en lo adelante todo sería para ella una creciente agonía, pues en los años siguientes vio morir a sus hijas Antonia, Carmen y Leonor, así como varios de sus nietos por enfermedades del corazón.
Viviendo con su hija Amalia a Doña Leonor la sorprendió la muerte la tarde habanera del 19 de junio de 1907, sentada en el portal de la casa y agitando el abanico que le acompañaba siempre en su tristeza y soledad, cuando tal vez pensaba en su único hijo varón y el sacrificio de entregar la vida a una causa, que ella vio Traicionada por malos cubanos y una Patria dos veces hollada por la botas extranjeras.
El interventor norteamericano de entonces Charles Magoon quiso lavarse las manos y publicó una nota necrológica invitando a los cubanos al sepelio de la “venerable madre del libertador José Martí”, e hizo que el ayuntamiento de la capital corriera con los gastos del entierro, con todos los honores correspondientes.
No era necesaria tanta hipocresía porque el verdadero pueblo cubano por el cual luchó y murió José Martí ofreció a Doña Leonor Pérez y Cabrera su respeto y cariño y acudió masivamente a su sepelio acompañándola hasta su última morada.