El amor a la historia no es simplemente una afición por el pasado; es una conexión profunda y personal con la trama misma de la existencia humana. Es una pasión que nos impulsa a explorar las raíces de nuestro presente, a comprender las complejidades de la sociedad que habitamos y a vislumbrar las posibles rutas que nos depara el futuro.
Esta vez desde San Lorenzo, lugar sagrado de nuestra Patria, donde cayera Carlos Manuel de Céspedes, un grupo de jóvenes sostuvo un emotivo intercambio con el Primer Secretario del Comité Central del PCC y Presidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
Amar la historia implica reconocer que el presente es el resultado de un largo y complejo proceso, tejido con los hilos de las acciones, decisiones y creencias de generaciones pasadas. Es entender que cada evento, cada personaje, cada idea, por pequeña que parezca, ha contribuido a moldear el mundo que conocemos hoy.
Experiencias vividas de cómo los jóvenes de nuestra Cuba de hoy se comprometen a dar pasos gigantes hacia un futuro mejor amando la esencia de nuestra patria , que es la historia misma.
Este amor no se limita a memorizar fechas y nombres, sino que busca comprender las causas y las consecuencias de los eventos históricos, analizando críticamente las diferentes perspectivas que implica empatizar con las personas que vivieron en el pasado, tratando de comprender sus motivaciones y sus limitaciones en el contexto de su época.