Era Cuba en la década del 40, el sol brillaba intensamente sobre los campos de caña de azúcar, mientras las sombras de la opresión y la lucha social se extendía sobre el país.
Entre la resistencia de los trabajadores azucareros, Jesús Menéndez se erguía como líder obrero, luchando por los derechos de sus compañeros, convirtiéndose en una figura clave para el movimiento obrero cubano.
Desde joven, Menéndez se vinculó a las luchas sindicales, defendiendo los intereses de los trabajadores y logrando un diferencial azucarero que desafiaba tanto a la resistencia estadounidense como a la oligarquía local.

A finales de la década, la represión contra líderes sindicales se intensificó; el 22 de enero de 1948, Jesús Menéndez fue asesinado en Manzanillo.
Con el último suspiro del patriota el movimiento obrero cubano quedaría lacerado. En la memoria colectiva de quienes creían en su causa quedó marcada esta fecha.
Jesús Menéndez, es recordado no solo como un líder azucarero, sino como mártir de la clase trabajadora cubana, su vida y trágica muerte son símbolos de sacrificio en la batalla por la justicia y los derechos del pueblo.