Lo más trágico siempre fue el silencio detrás de las tempestades. ¡Qué lo diga el tiempo¡ el mismo que voló los cimientos de cada difícil jornada¡ ¿Dónde quedaron las memorias?, aquellas que no pudo dispersar el viento y el desamor? ¿Dónde?, sino… en aquellos “Últimos días de la Guerra” que representan hoy cada una de nuestras… ¡Páginas de la Historia!
¡Un Enero de Victorias!
Este recuento histórico comienza aquí…la CMKC en transmisión desde el parque Céspedes. El pueblo abrazó a los rebeldes. El cura miró al cielo invernal. En el extremo derecho, las ruinas de la casa de Diego Velázquez. Al frente, muchos devotos en la catedral. A la izquierda, por el hotel Casagranda, no faltaron los curiosos. Y más próximos, estuvieron los tanques. Raúl ordenó apagar los motores, cuando desde lo alto, por el balcón central, se izó la bandera cubana, pero el Comandante en Jefe tuvo que hacer un esfuerzo titánico para su primer discurso al pueblo, con una pequeña bocina como amplificación local, para el bautizo de un …¡Enero de Victorias!
Allí sentenció Fidel:
“Santiagueros, compatriotas de toda cuba: al fin hemos llegado a Santiago (aplausos). Duro y largo ha sido el camino, pero hemos llegado (aplausos) se decía que hoy a las 2:00 de la tarde se nos esperaba en la capital de la república, el primer extrañado fui yo (aplausos), porque yo fui uno de los primeros sorprendidos con ese golpe traidor y amañado de esta mañana en la capital de la república (aplausos).
Allí el verso agitado, la evocación por el dolor aún latente, desde los muros del Moncada, desde el Granma, desde la Sierra Maestra. Melba Hernández recordó cuántas razones abrazaron a Fidel, desde aquellos primeros entrenamientos para la guerra.
Detrás quedó diciembre de 1958, cuando decidió el movimiento revolucionario 26 de julio, que había necesidad en generalizar la guerra por el país, al aplicar también su jefatura de acción en el occidente de Cuba, el método guerrillero como forma de lucha militar. La ofensiva final fue más poderosa después del 13 de noviembre de 1958.
Fidel ordenó avanzar, así lo comunicó a los jefes de las columnas rebeldes. Pero vendrían después otras difíciles batallas en el camino. Para la liberación de Santiago de Cuba, para eso, el líder de la Revolución Cubana tuvo que combinar las fuerzas rebeldes.
En el batey del central América, en la salida de Contramaestre, se ubicó la Comandancia General. Desde allá se realizaron todas coordinaciones con todos los mandos rebeldes. Incluso, no faltaron las noticias desde el centro del país. Allá estuvo Camilo Cienfuegos.
Los rebeldes cortaron las comunicaciones. Entre Camagüey y Guantánamo se llegó a tener 17 mil soldados batistianos cercados y la isla dividida en dos partes.
En el Jigüe se libró una dura batalla. No faltaron los combates más duros donde se crecieron hombres y mujeres forjados al calor de la lucha. Entre ellos, Raúl Castro Ruz, ascendido a Comandante del Ejército Rebelde. Creció más la moral en la resistencia. Razones sobraron para llevar la invasión de Oriente a Occidente. Allá, en el centro del país, el Che demostró inteligencia y fuerza al dirigir el ataque a la ciudad de Santa Clara.
Camilo también dirigió la difícil batalla de Yaguajay, que lo detuvo un poco, pero logró avanzar hacia la capital donde habló del empuje rebelde, entretanto, la capital movilizó todas las fuerzas rebeldes en espera de la columna invasora, encabezada por él.
Fue un hecho innegable el que el Ejército Rebelde se encontraba a las puertas de la ciudad de La Habana, en el despertar de un “¡Primero de Enero de Victorias!”
Lo más trágico siempre fue el silencio detrás de las tempestades. ¡Qué lo diga el tiempo¡ el mismo que voló los cimientos de cada difícil jornada¡ ¿Dónde quedaron las memorias?, aquellas que no pudo dispersar el viento y el desamor? ¿Dónde?, sino… en aquellos “últimos días de la guerra” que representan hoy cada una de nuestras… ¡Páginas de la historia!
