martes 02 septiembre 2025

Mi último encuentro con Carlos Puebla

El Cantor de la Revolución llegó a la Cuna, Capital Moral de todos los Cubanos, cargado de emociones por su reencuentro con los viejos amigos de la Casa de la Trova, allí en la calle Heredia, entre San Félix y San Pedro, donde frecuentaban los Matamoros, Mario Fausto Rudy, Francisco Repilado –Compay Segundo-, Almenares, hasta Pacho Alonso, y sorpresa, Benny Moré cuando vivió durante unos años en Santiago de Cuba.

A Carlos Manuel Puebla Concha lo vi con su esposa Rosalba Juárez, precisamente, en el verano de 1987 en el Hotel Casagranda, me encontré con él mucho antes, en los albores de la propia década de los ochenta, guitarra en mano, listo para una descarga en la calle Heredia, entonces, muchos de los presentes le pidieron: ¡Emiliana!, ¡Emiliana!, ¡Emiliana!, la sabrosa guaracha a la Reyna del Café y el estribillo contagioso aquel:

Si no fuera por Emiliana
nos quedaríamos con las ganas
De tomar café, de tomar café, de tomar café…

Carlos siempre me dijo de las características del público santiaguero, amante excepcional del son, la guaracha y la trova, del gusto y honor al cantarle a tan exigente auditorio y cómo Santiago de Cuba acuñó sus creaciones muy aplaudidas en México, Uruguay, Bolivia, Chile, Panamá, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Honduras, Brasil, Venezuela, Unión Soviética, Mongolia, Corea, Francia, Italia, Portugal España, Finlandia, RFA, Suecia, Dinamarca, Noruega, Suiza, Bélgica, Angola y hasta en los propios Estados Unidos.

Ya con los años a cuesta decidió sentarse en el parque Céspedes y llegar tan sólo hasta el Club 300 donde cantó veinte años atrás. Ahí dijo el manzanillero otra vez sobre sus amigos trovadores locales, no olvidó a Sindo Garay, a Mario Fausto Rudy, evocó a Pepe Sánchez y al genial guantanamero Chito Latamblé, el Rey del Changüí.

Aún conservo en cinta magnetofónica aquella entrevista a Carlos Puebla, muy reprochado en un balance Don Pancho, en el lobby del Hotel Casagranda donde le pregunté sobre sus inicios y me habló: “Yo soy un cantor”. De la Corte Suprema del Arte, dijo entonces, “a cualquiera le tocaban campana”, pero en su caso, ganó un segundo premio.

Ya en la década de los años sesenta y setenta, sus creaciones fueron el acento de la programación especial de la Radio y la Televisión, siempre “Carlos Puebla con su grupo Los Tradicionales”, el equipo sencillo con un formato muy simple: bongó, marímbula, guitarra y maracas, y el siempre fiel Felo Lorenzo.

En la entrevista, Carlos Puebla me habló sobre cómo se posicionó en el hit parade nacional y extranjero su oda Hasta siempre, Comandante, escrita rápido en homenaje al  Che Guevara; del Festival de la Trova Pepe Sánchez, la necesidad de más convocatorias como esta, dijo de los jóvenes artistas y el respaldo que merecen, además, criticó a quienes promueven más la música extranjera en detrimento de la criolla, “tan dulce, melodiosa y cadente”, con esos estribillos cuales montunos clásicos signan memorables temas.

Ahí fue cuando lo interrumpí y le canté:

Si no fuera por Emiliana
nos quedaríamos con las ganas
De tomar café, de tomar café, de tomar café…

¡Eres tremendo paisa!, acotó Carlos Puebla entre risas.

Se trata de la película documental: Estado de Sitio (Costa-Gavras Uruguay 1973) Una de las producciones que puso acento en la realización e impactó con la popular banda sonora Hasta siempre, Comandante, compuesta de un tirón por el cronista, compositor, trovador y cantor de la Revolución: Carlos Puebla.

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Joel @ No todo está perdido
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