En correspondencia con la política de terrorismo de estado llevada a cabo por el gobierno norteamericano contra Cuba, casi desde los meses iniciales de triunfo de la Revolución, en la tarde-noche del 21 de mayo de 1966 el proyectil de un disparo hecho por un marine desde el interior de la Base naval de Caimanera, cegó la valiosa vida del soldado fronterizo Luis Ramírez López, quien dos días antes había cumplido 22 años de edad.
Ramírez López fue el segundo soldado cubano asesinado en iguales circunstancias, pues ya en julio de 1964 otro disparo desde el interior del enclave yanqui, mató al fronterizo Ramón López Peña, cuando cubría su turno de guardia en una casamata de la Unidad Militar de la frontera.

Luis Ramírez López, era natural del municipio Guisa, actual provincia Granma y llegó al Batallón Fronterizo en 1965 procedente de la milicia serrana, ganándose en ella el derecho a integrar la gloriosa unidad de nuestras FAR, para defender a la Revolución en la primera trinchera de combate, a solo 90 milímetros del poderoso imperio.
Antes del asesinato de este joven fronterizo, desde el interior de la base yanqui de Guantánamo se habían realizado hacia el territorio cubano 248 disparos, además de cientos de provocaciones y violaciones de los espacios aéreos y marítimos de la isla con un saldo de cuatro muertos, incluido os dos soldados fronterizos.
Como era tradicional las autoridades de la base y del gobierno de Estados Unidos negaron este crimen de Luis Ramírez López, alegando que el mismo había traspasado los límites fronterizos, ignorando disparos de advertencia, mentira que pudieron comprobar los corresponsales extranjeros acreditados en Cuba en la propia zona fronteriza entre los dos países. La agresión también fue denunciada por el Canciller cubano Raúl Roa en la Asamblea General de la ONU.
El cadáver del soldado fronterizo Luis Ramírez López fue velado en Santiago de Cuba, donde miles de personas le rindieron e merecido homenaje. A su sepelio, efectuado el 23 de mayo de 1966, en el cementerio Santa Ifigenia, asistieron más de 40 MIL santiagueros, por lo que al despedir el duelo el entonces Ministro de las FAR, Comandante Raúl Castro Ruz, señaló: “Todo nuestro pueblo revolucionario es una sola, unida y fuerte familia”.