Cuando un pueblo es masacrado, arbitrariamente, con bombas y balas que privan a sus niños de la vida, a las madres de sus hijos, a los jóvenes de un futuro, y a los hombres de vivir en paz en su propia tierra, no hay manera posible de quedar impávidos ante tanto dolor y tanta barbarie.
La Revolución Cubana no lo ha hecho jamás. Por eso la Mayor de las Antillas, siempre solidaria y defensora de las causas justas, condena enérgicamente la genocida agresión que el Gobierno sionista de Israel ha desatado contra la nación de Palestina, desde el pasado 7 de octubre.
Pero Cuba hace más. No solo comparte el dolor del pueblo palestino –que en menos de dos meses ya lamenta la pérdida de casi 14 000 vidas–, sino que, además, alza el clamor compartido de su hijos a lo largo de toda la Isla, para exigir el cese de una guerra siniestra que, allende la Franja de Gaza, también nos destruye como humanidad.
Basta leer los informes con las cifras desgarradoras. En solo 46 días han muerto más de 5 300 niñas y niños palestinos. Es decir, ¡más de un centenar de infantes asesinados al día!; y todos los días, durante semanas y semanas.
Y con cada uno de ellos se ha muerto también un trozo de futuro, y se le ha arrancado, de cuajo, un pedazo a la esperanza.
Por ello, hoy, un mar de personas inundará avenidas de La Habana –como antes se hizo en otras provincias–, y convertirá su marcha gigante en un reclamo profundo, en nombre de la vida y de la paz en Palestina.
Autor: Mailenys Oliva Ferrales
