La creatividad y la búsqueda de alternativas ante los disímiles obstáculos que enfrenta la nación cubana, revelan resistencia épica y dignidad de hombres y mujeres, quienes no cejan al empeño de sometimiento imperial y asumen el valor de una historia de titanes.
Los protagonistas ocupan la geografía del archipiélago, en busca de soluciones y resistiendo a los problemas, que trastocan el curso normal de cualquier ser humano. Muchas veces los paliativos no son los idóneos, sobre todo cuando se trata de un alimento, sin sus componentes necesarios, pero, a espaldas de la crítica, se imponen razones poderosas, de ahí el justo reconocimiento.
Así sucede con el helado que produce actualmente la UEB Coppelia La Arboleda, de la Empresa de Gastronomía, situado en las inmediaciones de las avenidas Garzón y la de los Libertadores, en Santiago de Cuba, en una extensa área, distribuida para el expendio de helado en sus diferentes salones, expuestos al aire y uno techado con equipos recreativos, destinados a los pequeños.

Para cualquier visitante la belleza de sus espacios impresiona y en igual medida la atención que allí brindan compañeras como, Marta Guillot Morell, Miriam Pérez Robert y otros, pero el asunto radica en el producto, carente de calidad, en relación con tiempos atrás, por falta de sus ingredientes básicos.
En diálogo con Emilio Alejandro Llaugel Infante, director de la unidad se conoció que el helado de elaboración presente es artesanal, ya que no se cuenta con la leche, el estabilizador indicado, ni la grasa específica, entre otros.
“La materia prima la gestionamos por medios propios a partir del nivel de ingresos. Somos abastecidos por la Empresa de Lácteos y sus diferentes UEB: Guamá, La Maya, Segundo Frente y Palma Soriano, según la disponibilidad de estas industrias y le compramos a la Empresa Mixta Cítricos Contramaestre, Empresa Ceballos de Ciego de Ávila y a Conservas y Vegetales.
“El helado actual se hace de manera artesanal con dos pequeñas máquinas y con los ingredientes que se puedan conseguir: natilla, maicena, polvo de arroz, mermeladas y frutas de estación, en fin, todo cuanto se pueda hacer para proteger el servicio y ofertar un producto a la población, que si bien no tiene la calidad óptima, trata de lograr alguna satisfacción, en medio de tantos problemas.”
Lo cierto es que el servicio se ha mantenido gracias al esfuerzo de todo el colectivo, aunque de 200 trabajadores fue necesario reducirlo a 80, con la protección laboral que eso lleva. De doce áreas, ahora son 4 y los fines de semana, 5 ó 6, según la disponibilidad de helados, generalmente con más de tres sabores de frutas, que se expenden en las terrazas y en los puntos de ventas habilitados. Algo adicional es el servicio de caja extra para todo el que lo necesite.
Reza un principio de las relaciones públicas que no hay segunda oportunidad para una primera mala impresión, pero en este emblemático centro de referencia para la degustación y el esparcimiento, habrán nuevas oportunidades y ahora queda descontada cualquier insatisfacción de calidad del producto, porque son claras las razones y porque este colectivo hace del amor la maravilla, devenido helado tropical, cual símbolo de resistencia.